
Ρωμαá¿–ος - Romanos
1
Saludos
1 Pablo, siervo de Jesús Cristo, llamado apóstol, separado para el evangelio de Dios,
2 (Que prometió antes por sus profetas en las Sagradas Escrituras)
3 Con respecto a su Hijo Jesús Cristo nuestro Señor, que fue hecho de la simiente de David según la carne;
4 Y declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de Santidad, por la resurrección de los muertos:
5 Por quien recibimos gracia y apostolado, para obediencia a la pistis entre todas las naciones, por su nombre:
6 Entre los cuales están ustedes también los llamados de Jesús Cristo:
7 Todos los que son en Roma, amados de Dios, llamados santos: Gracia a ustedes y paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesús Cristo.
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Deseo de Pablo de visitar Roma
8 Primero, agradezco a mi Dios a través de Jesús Cristo por todos ustedes, que su fe se pronuncia por todo el kosmos.
9 Porque Dios es mi testigo, a quien sirvo con mi espíritu en el evangelio de su Hijo, que sin cesar hago mención de ustedes siempre en mis oraciones;
10 Pidiendo, si de alguna manera por fin,ahora, prospere mi camino por la voluntad de Dios para ir a ustedes.
11 Porque deseo verlos, para impartirles algún don espiritual, para afirmarlos;
12 Y esto es, confortarme junto con ustedes por la fe mutua, tanto de ustedes como mía.
13 Pero no quiero que ignoren, hermanos, que muchas veces me propuse ir a ustedes, (pero se me impidió hasta ahora) para poder tener algún fruto entre ustedes también, así como entre otros gentiles.
14 Soy deudor tanto a griegos como a bárbaros; tanto a sabios como a insensatos.
15 Por tanto, en cuanto a mí, estoy dispuesto a predicarles el evangelio a ustedes que están en Roma también.
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El poder del evangelio
16 Porque no me avergüenzo del evangelio de Cristo; porque es poder milagroso de Dios para salvación de todo el que cree; del judío primero, y también del griego.
17 Porque en Él la justicia de Dios se revela desde fe para fe; como está escrito: El justo vivirá por la fe.
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El hombre es culpable
18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo, contra toda maldad e injusticia de los hombres, que detienen la verdad con injusticia;
19 Porque lo que conocemos de Dios se manifiesta en ellos; porque Dios se los manifestó.
20 Porque lo invisible de él, desde la creación del kosmos, es claramente visible, entendiéndose por las cosas hechas, (aún Él) su eterno poder y Deidad; ellos no tienen excusa:
21 Porque conociendo a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos, y su corazón insensato fue oscurecido.
22 Afirmando ser sabios, se hicieron tontos,
23 Y cambiaron la gloria del Dios incorruptible a imagen semejante de hombre corruptible, y aves, y cuadrúpedos y reptiles.
24 Por lo cual Dios también los entregó a la inmundicia por las lujurias de sus corazones, para deshonrar sus cuerpos entre sí:
25 Quienes cambiaron la verdad de Dios en mentira, y adoraron y sirvieron a la creación más que al Creador, quien es Bendito por siempre. Amén.
26 Por esto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas; porque incluso (sus) las mujeres cambiaron el uso natural por lo que es contrario a la naturaleza:
27 Y asimismo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, ardiendo en su lujuria unos con otros; hombres con hombres obrando la deformidad, y recibiendo en sí mismos la recompensa debida por su extravío.
28 Y como no quisieron retener a Dios en su conocimiento, Dios los entregó a una mente reprobada, haciendo lo que no conviene;
29 Llenos de toda injusticia, fornicación, depravación, codicia, malicia; llenos de envidia, asesinato, peleas, engaño, malignidad; murmuradores,
30 Calumniadores, aborrecedores de Dios, maltratadores, altivos, presumidos, inventores de males, desobedientes a los padres,
31 Sin entendimiento, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia:
32 Quienes conociendo el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo hacen lo mismo, sino también se complacen en los que las practican.
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2
El justo juicio de Dios
1 Por lo tanto, sos inexcusable, oh hombre, todo el que juzgue; porque en lo que juzgas a otro, te condenas a vos mismo; porque juzgando hacés lo mismo.
2 Pero estamos seguros de que el juicio de Dios es según la verdad contra los que practican esto.
3 ¿Y pensás esto, oh hombre, que juzgando a los que hacen estas cosas, y haciendo lo mismo, que vos vas a escapar del juicio de Dios?
4 ¿O menosprecias las riquezas de su bondad, y tolerancia, y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te conduce al arrepentimiento?
5 Pero conforme a tu dureza y corazón no arrepentido atesorás para vos mismo, ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios;
6 Que pagará a cada uno según sus obras:
7 En verdad, por la constante paciencia haciendo el bien, buscan gloria y honor e inmortalidad, la vida eterna:
8 Mas de los mercenarios y desobedientes a la verdad (ciertamente), pero obedientes a la injusticia, indignación e ira,
9 Tribulación y angustia, sobre toda alma de hombre que hace el mal, así al judío primero, y al griego;
10 Pero gloria, honor y paz a todo hombre que hace el bien, así al judío primero, y al griego;
11 Porque no hay favoritismo con Dios.
12 Porque todos los que pecaron sin ley, también mueren sin ley; y todos los que pecaron en la ley, juzgados por la ley;
13 (Porque no los que oyen la ley son justos delante de Dios, sino los que ejecutan, son justificados.
14 Porque cuando los gentiles, que no tienen la ley, hacen naturalmente lo de la ley, éstos, no teniendo la ley, están de acuerdo a la ley en sí mismos.
15 Quienes muestran la obra de la ley escrita en sus corazones, su conciencia testifica, y razonamiento, mientras se acusan o bien se defienden unos a otros;)
16 En el día en qué Dios juzgará los secretos de los hombres por Jesús Cristo según mi evangelio.
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Los judíos y la ley
17 Acá, vos te nombrás judío, y descansás en la ley, y alardeas de Dios,
18 Y conoces su voluntad, y aprobás lo mejor, instruido por la ley;
19 Y confías en vos mismo ser guía de los ciegos, luz de los que están en oscuridad,
20 Instructor de los ignorantes, maestro de bebés, que tenés la forma del conocimiento y la verdad en la ley.
21 Por tanto, enseñas a otro, ¿no te enseñas a vos mismo? ¿Predicas que no se robe, robando?
22 Decís no adulterés, cometiendo adulterio? Aborreces los ídolos, ¿cometes sacrilegio?
23 ¿Que alardeando de la ley, con la violación de la ley deshonras a Dios?
24 Porque el Nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por vos, como está escrito.
25 Porque la circuncisión ciertamente es útil, si guardas la ley; pero transgrediendo la ley, tu circuncisión se hace incircuncisión.
26 Por tanto, si el incircunciso guarda la justicia de la ley, ¿su incircuncisión no será contada por circuncisión?
27 Y el, por naturaleza incircunciso, cumpliendo la ley, ¿no te juzgará, que por letra y circuncisión transgredes la ley?
28 Porque no es judío el del exterior, ni es la circuncisión la de afuera en la carne:
29 Sino judío el del interior; y circuncisión la del corazón, en el espíritu, y no en la letra; cuya alabanza no viene de hombres, sino de Dios.
3
1 En qué aventaja entonces el judío? o ¿qué provecho en la circuncisión?
2 Mucho, en todo sentido: En primer lugar ciertamente, porque se les confió la palabra de Dios.
3 ¿Por qué, si algunos no creyeron? ¿Su incredulidad no anula la fe de Dios?
4 Dios no lo permita; Sea Dios verdadero, y todo hombre mentiroso; como está escrito:
Para que seas justificado en tus dichos,
y venzas cuando seas juzgado.
5 Pero si nuestra injusticia exhibe la justicia de Dios, ¿qué decimos? ¿Dios injusto que acusa? (Hablo como hombre)
6 Dios no lo permita: porque entonces ¿cómo juzgará Dios al mundo?
7 Porque si la verdad de Dios abundó más por mi mentira para su gloria, ¿por qué todavía yo también soy juzgado como pecador?
8 Y no, (como se nos blasfema, y como algunos afirman de nosotros,)
¿Hacemos el mal, para que venga el bien?, cuya condenación es justa.
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No hay justo
9 ¿Qué, entonces? ¿somos mejores? No, en absoluto; porque ya acusamos, tanto judíos y gentiles, que están todos bajo pecado;
10 Como está escrito:
No hay justo, ni aún uno;
11 No hay quien entienda.
No hay quien busque a Dios.
12 Todos se desviaron,
Al mismo tiempo se hicieron inútiles;
No hay quien haga lo bueno,
no hay ni siquiera uno.
13 Su garganta es un sepulcro abierto;
con sus lenguas engañan;
el veneno de áspides está bajo sus labios:
14 Cuya boca está llena de maldición y amargura:
15 Sus pies rápidos derramando sangre:
16 Destrucción y miseria en sus caminos:
17 Y el camino de la paz no lo conocieron:
18 No hay temor de Dios delante de sus ojos.
19 Y sabemos que cuanto dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley: para que toda boca sea cerrada, y todo el mundo sea culpable delante de Dios.
20 Por tanto, por las obras de la ley ninguna carne será justificada delante de Él; porque por la ley reconocemos el pecado.
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La justicia es por medio de la fe
21 Pero ahora la justicia de Dios sin la ley se manifestó, testificada por la ley y los profetas;
22 Entonces, la justicia de Dios que es por la fe de Jesús Cristo para todos y sobre todos los que creen; porque no hay diferencia:
23 Porque todos pecaron, y carecen de la gloria de Dios;
24 Siendo justificados gratuitamente en la gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús:
25 A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, a fin de declarar su justicia para la remisión de los pecados pasados, en la paciencia de Dios;
26 Para declarar, en este tiempo su justicia: Él es Justo, y Justificador de los que cree en Jesús.
27 ¿Dónde alardeamos? excluido. ¿Por qué ley? ¿obras? No, sino por la ley de la fe.
28 Por lo tanto, concluimos que el hombre es justificado por la fe sin obras de ley.
29 ¿Qué, es Dios de judíos solamente? ¿Y no también de los gentiles? Sí, de los gentiles también:
30 Viendo un Dios, que justifica la circuncisión desde la fe, y la incircuncisión por la fe.
31 Entonces, ¿anulamos la ley por la fe? Dios no lo permita; antes, afirmamos la ley.
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4
El ejemplo de Abraham
1 ¿Qué decimos entonces que encontró Abraham nuestro padre, según la carne?
2 Porque si Abraham fuera justificado por obras, tiene de qué gloriarse; pero no ante Dios.
3 Porque ¿qué dice la Escritura?
Y Abraham creyó a Dios,
y se le contó por justicia.
4 Además, al que obra no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda.
5 Pero al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe es contada por justicia.
6 Como David también describe la bendición del hombre, a quien Dios imputa justicia sin obras,
7 Benditos quienes sus iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos.
8 Bendito el hombre a quien el Señor no impute pecado.
9 ¿Esta bendición, entonces, recae sólo sobre la circuncisión, o también sobre la incircuncisión? porque decimos que a Abraham se le contó la fe por justicia.
10 Entonces, ¿cómo fue contado? estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión.
11 Y recibió la señal de la circuncisión, sello de la justicia de la fe en la incircuncisión: para que fuese padre de todos los que creen, aunque no estén circuncidados; la justicia se imputa también a ellos:
12 Y padre de la circuncisión no solo a los de la circuncisión, sino también a los que siguen los pasos de la fe de nuestro padre Abraham, en incircuncisión.
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La promesa realizada mediante la fe
13 Porque la promesa de que sería heredero del kosmos no fue a Abraham, ni a su descendencia por la ley, sino por la justicia de la fe.
14 Porque si los de la ley son herederos, la fe se anula, y la promesa queda sin efecto:
15 Porque la ley obra ira; porque donde no hay ley, no hay transgresión.
16 Por eso, es por fe, para que por gracia la promesa sea firme para toda la descendencia; no sólo la de la ley, sino también la de la fe de Abraham, que es el padre de todos nosotros,
17 (Como está escrito: Te nombré padre de muchas naciones) ante quien creyó, a Dios, que vivifica a los muertos, y llama lo que no es como si fuera.
18 Quien contra esperanza creyó en esperanza, para ser él padre de muchas naciones; conforme a lo dicho: Esta será tu descendencia.
19 Y sin debilitarse en la fe, no consideró su propio cuerpo ya muerto, estando cerca de cien años de edad, ni tampoco la muerte del vientre de Sara:
20 Y no juzgó a la promesa de Dios por incredulidad, sino que fortalecido en fe, dio gloria a Dios;
21 Y estando plenamente convencido que, quien prometió, era también capaz de cumplir.
22 Y por eso se le imputó por justicia.
23 Además, no está escrito sólo por él, que se le imputó;
24 Sino por nosotros también, a quienes sería imputado, si creemos en aquel que resucitó a Jesús nuestro Señor de los muertos;
25 Quien fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.
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5
Resultados de la justificación
1 Entonces, justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesús Cristo:
2 Por quien también tenemos acceso por la fe a esta gracia en la cual permanecemos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
3 Y no sólo esto, nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
4 Y la paciencia, experiencia; y la experiencia, esperanza:
5 Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios se derramó en nuestros corazones por el Santo Espíritu dado a nosotros.
6 Porque Nosotros, siendo aún débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos.
7 Porque difícilmente por el justo muera alguno; porque quizá por el bueno alguno se atreva a morir.
8 Pero Dios muestra su amor hacia nosotros, en que, nosotros siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
9 Mucho más entonces, ahora justificados por su sangre, salvados de la ira por medio de él.
10 Porque si, siendo enemigos, reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, reconciliados, somos salvos por su vida.
11 Y no sólo eso, sino también nos alegramos en Dios por nuestro Señor Jesús Cristo, por quien ahora recibimos la reconciliación.
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Adán y Cristo
12 Por tanto, como por un hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte por el pecado; y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron:
13 Porque hasta la ley el pecado estaba en el mundo, pero el pecado no se imputa cuando no hay ley.
14 Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aún sobre los que no habían pecado a semejanza de la transgresión de Adán, quien es figura de aquél que vendría.
15 Pero no como la ofensa, así es también el charisma. Porque si por la ofensa de uno muchos murieron, mucho más la gracia de Dios, y el regalo por gracia, este único hombre, Jesús Cristo, abundó para muchos.
16 Y no como por uno que pecó,
El don: porque el juicio ciertamente fue por uno para condenación, pero el charisma por muchos errores para justificación.
17 Porque si por una falta la muerte reinó por uno, mucho más recibiendo la abundante charis y el regalo de justicia reinarán en vida por uno, Jesús Cristo.
18 Así entonces, como por la ofensa de uno sobre todos los hombres para condenación; así también por la justicia de uno a todos los hombres para justificación de vida.
19 Porque como por la desobediencia de un hombre muchos son constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, muchos son constituidos justos.
20 Además, la ley entró para que abundase la ofensa. Pero donde abundó el pecado, mucho más abundó la gracia:
21 Porque como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reina por la justicia para vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor.
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Muertos al pecado
1 ¿Qué decimos entonces? ¿Seguimos pecando para que la gracia abunde?
2 Dios no lo permita. ¿Cómo, estando muertos al pecado, viviremos todavía en él?
3 ¿Que no saben que todos los bautizados en Jesús Cristo son bautizados en su muerte?
4 Por lo tanto, sepultados con Él por el bautismo en muerte: para que como Cristo resucitó de la muerte por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.
5 Porque si somos plantados juntamente en la semejanza de su muerte, lo seremos aún también en resurrección:
6 Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre está juntamente crucificado, para que el cuerpo del pecado sea destruido, ya no sirvamos más al pecado.
7 Porque muertos somos justificados del pecado.
8 Y, si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él:
9 Sabiendo que Cristo, resucitado de la muerte, no muere más; la muerte no tiene dominio sobre Él.
10 Porque en cuanto murió, murió al pecado una vez; y quien vive, vive para Dios.
11 De la misma manera, considérense también muertos al pecado, pero vivos para Dios por medio de Jesús Cristo, nuestro Señor.
12 El pecado, por lo tanto, no reine en sus cuerpos mortales, obedeciéndolo en sus lujurias.
13 Ni tampoco presenten sus miembros como instrumentos de injusticia al pecado; sino preséntense a Dios, como vivos de entre los muertos, y sus miembros como instrumentos de justicia a Dios.
14 Porque el pecado no gobierna sobre ustedes: porque no están bajo la ley, sino bajo la gracia.
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Siervos de la justicia
15 ¿Qué, entonces? ¿Pecamos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? Dios no lo permita.
16 ¿No saben qué a quien ustedes se presenten como siervos para obedecer, son siervos de quien obedecen?; ya sea del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia?
17 Pero a Dios charis, que ustedes fueron siervos del pecado,pero obedecieron de corazón a esa forma de doctrina para la cual se entregó.
18 Y libres del pecado, siervos de la justicia.
19 Hablo cómo hombre por la debilidad de su carne; porque como presentaron sus miembros siervos de inmundicia e iniquidad, para iniquidad; así ahora presenten sus miembros siervos de justicia para santidad.
20 Porque cuando fueron siervos del pecado, eran libres de la justicia.
21 ¿Qué fruto entonces tuvieron en ese tiempo en lo que se avergüenzan ahora? porque el fin de esas cosas es la muerte.
22 Pero ahora, liberados del pecado y siervos de Dios, tienen su fruto para santidad, y el fin, vida eterna.
23 Porque el salario del pecado es la muerte; pero el charisma de Dios, vida eterna por medio de Jesús Cristo, nuestro Señor.
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Analogía del matrimonio
1 ¿Acaso no saben, hermanos, ( porque hablo a los que conocen la ley) cómo la ley domina al hombre todo el tiempo mientras vive?
2 Porque la mujer casada está ligada por la ley al marido viviente; pero si el marido muere, es desligada de la ley del marido.
3 Así entonces, si mientras vive su marido, se casa con otro hombre, será llamada adúltera; pero si el marido muere, queda libre de esa ley; ella no es adúltera al casarse con otro hombre.
4 Por lo tanto, mis hermanos, ustedes también son muertos a la ley por el cuerpo de Cristo; para casarse con otro, Quien resucitó de los muertos, para dar frutos a Dios.
5 Porque cuando estábamos en la carne, las pasiones del pecado, que por la ley, obraban en nuestros miembros dando fruto para muerte.
6 Pero ahora separados de la ley, muertos en lo que estábamos sujetos, para que sirvamos en novedad de espíritu, y no en lo anticuado de la letra.
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El pecado que habita en mí
7 ¿Qué decimos, entonces? ¿La ley es pecado? Dios no lo permita. No, no conocí el pecado, sino por la ley; porque también no conocería la codicia, si la ley no dijera: No codicies.
8 Pero el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, obró en mí toda clase de concupiscencia. Porque sin la ley el pecado está muerto.
9 Porque yo viví sin ley una vez; pero venido el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí.
10 Y el mandamiento, el para vida, encontré que era para muerte.
11 Porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató.
12 De manera que la ley es santa, y el mandamiento santo, y justo, y bueno.
13 Entonces, ¿lo bueno se convirtió en muerte para mí? Dios no lo permita. Sino el pecado, para mostrarse pecado, causó muerte en mí por lo bueno; para que el pecado por el mandamiento se haga en exceso pecaminoso.
14 Porque sabemos que la ley es espiritual; pero yo soy carnal, vendido bajo pecado.
15 Porque lo que hago no lo permito; porque lo que quiero, eso no hago; sino lo que odio, eso hago.
16 Si entonces hago lo que no quiero, consiento a la ley que es buena.
17 Ahora, entonces, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita en mí.
18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
19 Porque el bien que quiero, no lo hago; pero el mal que no quiero, eso sí hago.
20 Y, si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita en mí.
21 Encuentro entonces una ley, que yo queriendo hacer el bien, el mal está en mí.
22 Porque me deleito en la ley de Dios según el hombre interior:
23 Pero veo otra ley en mis miembros, peleando a la ley de mi mente, y me lleva preso a la ley del pecado que está en mis miembros.
24 Soy un hombre miserable! ¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte?
25 Agradezco a Dios por Jesús Cristo nuestro Señor. Así que con la mente yo mismo (ciertamente) sirvo a la ley de Dios; pero la carne a la ley del pecado.
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Viviendo en el Espíritu
1 Así que ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, caminando no según la carne, sino según el Espíritu.
2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me liberó de la ley del pecado y de la muerte.
3 Porque la ley no pudo, por cuanto fue débil por la carne, Dios envió a su propio Hijo en semejanza de carne pecaminosa, y por el pecado, condenó al pecado en la carne:
4 Para que la justicia de la ley se cumpla en nosotros, que no peripateo conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
5 Porque siendo de la carne se piensa en lo de la carne; pero los del Espíritu, en lo del Espíritu.
6 Porque la mente sarx es muerte; pero la mente espiritual es vida y paz.
7 Porque la mente carnal es enemistad hacia Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede.
8 Y estando en la carne, no pueden agradar a Dios.
9 Pero ustedes no están en la carne, sino en el Espíritu, si acaso el Espíritu de Dios habita en ustedes. Y, si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, éste no es de Él.
10 Y si Cristo está en ustedes, el cuerpo ciertamente está muerto a causa del pecado; pero el Espíritu vive por la justicia.
11 Pero si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de la muerte habita en ustedes, quien resucitó a Cristo de la muerte también vivificará sus cuerpos mortales por su Espíritu que habita en ustedes.
12 Así entonces, hermanos, somos deudores, no a la carne, para vivir según la carne.
13 Porque si viven según la carne, van a morir; pero si el Espíritu mata las praxis del cuerpo, vivirán.
14 Porque todos los guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
15 Porque no recibieron el espíritu de esclavitud otra vez para temer, sino recibieron el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: Abba, Padre.
16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, que somos hijos de Dios:
17 Y si hijos, también herederos; herederos ciertamente de Dios y coherederos con Cristo; si es que sufrimos con él, para que también seamos juntamente glorificados.
18 Porque considero que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables a la gloria que está a punto de revelarse en nosotros.
19 Porque la ardiente expectativa de la creación espera la manifestación de los hijos de Dios.
20 Porque la creación es sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por sujetarse en esperanza,
21 Porque también la creación misma será librada de la esclavitud de la corrupción, a la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
22 Porque sabemos que toda la creación gime y sufre dolores hasta ahora.
23 Y no solamente, sino nosotros también, teniendo las primicias del Espíritu, incluso nosotros mismos gemimos en sí, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
24 Porque salvos por la esperanza; pero la esperanza que vemos no es esperanza; porque viendo el hombre, ¿por qué espera todavía?
25 Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo esperamos.
26 Y así también el Espíritu ayuda nuestras flaquezas; porque no sabemos cómo debemos orar; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con suspiros que no se pueden expresar.
27 Y El que examina los corazones sabe cuál es la voluntad del Espíritu, porque intercede por los santos según la voluntad de Dios.
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Más que vencedores
28 Y sabemos que todas las cosas ayudan para bien amando a Dios, los que son llamados según su propósito
29 Porque a los que conoció de antemano, también los pre-horizontó conforme a la imagen de su Hijo, para ser el primogénito entre muchos hermanos.
30 Además, a quienes pre-horizontó, a éstos también llamó; y a quienes llamó, a éstos también justificó; y a quienes justificó, a éstos también glorificó.
31 ¿Qué decimos entonces a esto? Si Dios sobre nosotros, ¿quién contra nosotros?
32 Quien además no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
33 ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios justifica.
34 ¿Quién condenará? Cristo murió, y mejor, también resucitó, El que está incluso a la derecha de Dios, quien también intercede por nosotros.
35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
36 Como está escrito:
Por tu causa nos matan todo el día; Contados como ovejas para el matadero.
37 Más, en todas estas cosas somos más que vencedores por quien nos amó.
38 Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni poderes, ni lo presente, ni lo por venir,
39 Ni lo alto, ni profundo, ni ninguna otra creación, podrá separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús nuestro Señor.
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La elección de Israel
1 Digo la verdad en Cristo, no miento, mi conciencia también me testifica en el Santo Espíritu,
2 Que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón.
3 Porque yo desearía el ser anatema de Cristo por mis hermanos, mis parientes según la carne:
4 Que son israelitas; a quienes pertenece la adopción, y la gloria, y los pactos, y la entrega de la ley, y ministración de Dios, y las promesas;
5 Quienes los padres, y de los cuales, Según la carne, Cristo, que es sobre todos, Dios bendito para siempre. Amén.
6 Y No porque la palabra de Dios no tuvo efecto. Porque no todos los que son de Israel, son de Israel:
7 Ni por ser simiente de Abraham son todos hijos; sino: En Isaac tu simiente será llamada.
8 Es decir: Los hijos de la carne, éstos no son hijos de Dios; pero los hijos de la promesa se cuentan por simiente.
9 Porque esta es la palabra anunciada: En este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.
10 Y no sólo esto sino también Rebeca tendrá concepción de uno, nuestro padre Isaac;
11 (Porque todavía no nacían los niños, ni haciendo ni bien o mal, para que el propósito de Dios, según la elección, permaneciese, no por obras, sino por quien llama;)
12 Dijo a el: El mayor servirá al menor.
13 Como está escrito: Jacob amado, pero Esaú aborrecido.
14 ¿Qué decimos entonces? ¿Habrá injusticia por parte de Dios? Dios no lo permita.
15 Porque dijo a Moisés: misericordia a quien en verdad muestre misericordia, y compasión a quien en verdad tenga compasión.
16 Entonces no es del que quiere, ni del que corre, sino es Dios que tiene misericordia.
17 Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo yo te levanté, para mostrar mi poder en ti, y para que mi nombre sea declarado en toda la tierra.
18 Por tanto, misericordia a quien quiere, y a quien quiere endurece.
19 Me dirás entonces: ¿Por qué todavía encuentra falta? Porque ¿quién resistió a su voluntad?
20 De hecho, oh hombre, ¿quién sos vos que contradecís a Dios? ¿Dirá lo formado al que lo formó: ¿Por qué me hiciste así?
21 ¿Qué, No tiene el alfarero potestad en la arcilla, Para hacer de la misma masa un vaso para honra, y otro para deshonra?
22 ¿Y si Dios, queriendo manifestar su ira y dando a conocer su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción:
23 Y para dar a conocer las riquezas de su gloria en los vasos de misericordia, cuales preparó de antemano para gloria,
24 Aun a nosotros, a quienes llamó, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?
25 Como dice también en Oseas:
Llamaré Pueblo mío a los que no son pueblo mío, y Amada a la no amada.
26 Y sucederá en el lugar donde se les dijo: Ustedes no son mi pueblo;
ahí serán llamados hijos del Dios viviente.
27 Isaías también clama acerca de Israel:
Aunque el número de los hijos de Israel sea como la arena del mar, un remanente se salvará:
28 Porque terminará la obra, y la acortará en justicia;
Porque obra breve hará el Señor sobre la tierra.
29 Y como Isaías predijo:
Si el Señor de Sabaoth no nos dejara descendencia,
Seríamos ciertamente como Sodoma,
Y semejantes ciertamente a Gomorra.
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La justicia que es por fe
30 ¿Qué decimos entonces? Que los gentiles, que no siguieron la justicia, alcanzaron justicia, y además la justicia que es por fe?
31 Pero Israel, persiguiendo la ley de justicia, no alcanzó a la ley de justicia.
32 ¿Por qué? Porque no por fe, sino como por obras de ley. Porque tropezaron en la piedra de tropiezo;
33 Como está escrito:
Acá, pongo en Sión piedra de tropiezo y roca de skandalon;
Y todo el que crea en Él no será avergonzado.
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10
1 Hermanos, el deseo de mi corazón ciertamente y oración a Dios por Israel es para salvación.
2 Porque les testifico que tienen celo de Dios, pero no conforme al conocimiento.
3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer su propia justicia, no se sometieron a la justicia de Dios.
4 Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree.
5 Porque Moisés describe la justicia de la ley, Que el hombre las hará viviendo por ellas.
6 Pero la justicia que es de la fe habla así: No digas en tu corazón:
¿Quién ascenderá al cielo? (es decir, traer a la tierra a Christos:)
7 O, ¿Quién descenderá la profundidad insondable? (es decir, traer a Cristo de los muertos).
8 ¿Pero qué dice? La palabra que está cerca tuyo, en tu boca y en tu corazón: es decir, la palabra de fe que predicamos;
9 Que si confesas con tu boca al Señor Jesús, y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de los muertos, serás salvo.
10 Porque el corazón cree para justicia; y la boca confiesa para salvación.
11 Porque la Escritura dice: Todo el que cree en él no se avergonzará.
12 Porque no hay diferencia entre judío y griego: Porque el mismo, Señor de todos, es rico para con todos los que lo invocan.
13 Porque ciertamente, todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.
14 ¿Cómo, entonces, invocarán a quien no creyeron? y ¿cómo creerán de quien no escucharon? y ¿cómo escucharán sin predicador?
15 ¿Y cómo predicarán, si no son apostello? como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que euaggelizo paz, euaggelizo agathos!
16 Pero no todos obedecieron el evangelio. Porque Isaías dice:
Señor, ¿quién creyó nuestra predicación?
17 Entonces la fe es de oír, y el oír por la palabra de Dios.
18 Pero digo: ¿Nunca escucharon? Sin duda, el sonido salió en toda la tierra habitada, y las palabras hasta el extremo de la tierra.
19 Pero digo: ¿No lo supo Israel? Primero dice Moisés:
Te provocaré a celos con lo que no es pueblo, y con nación asunetos te provocaré a ira.
20 Pero Isaías se atrevió y dijo: "Me encontraron los que no me buscaban; me manifesté a los que no preguntaron por mí.
21 Pero a Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo contradictor y desobediente.
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11
El remanente de Israel
1 Digo entonces: ¿No desechó Dios a su pueblo? Dios no lo permita. Porque yo también soy israelita, de la simiente de Abraham, de la tribu de Benjamín.
2 Dios no desechó a su pueblo, al cual conoció de antemano. ¿O no saben lo que la Escritura dice de Elías? cómo intercede ante Dios contra Israel, diciendo,
3 Señor, mataron a tus profetas,
y derribaron tus altares;
y quedé solo, y buscan mi vida.
4 ¿Pero qué le dice la divina respuesta? Me reservé siete mil hombres que no doblaron la rodilla a baal.
5 Así también en el tiempo presente hay un remanente según la elección de gracia.
6 Y si por gracia, no es más por obras; de lo contrario la gracia ya no es gracia. Pero si es por obras, entonces ya no es gracia; de lo contrario, la obra ya no es obra.
7 ¿Y entonces qué? Israel no obtuvo lo que buscaba; pero la elección lo obtuvo, y el resto fue cegado
8 (Según lo escrito: Dios les dio espíritu de sueño, ojos que no ven, y oídos que no oyen;) hasta este día.
9 Y David dice: Su mesa sea hecha para lazo, y para trampa, y en tropiezo, y para retribución a ellos:
10 Que sus ojos se oscurezcan, sin ver, e inclinen su espalda para siempre.
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La salvación de los gentiles
11 Digo entonces: ¿No tropezaron para caer? Dios no lo permita; antes bien, su caída es salvación a los gentiles, provocándolos a celos.
12 Y si la caída de ellos es la riqueza del mundo, y la carencia de ellos es la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plenitud?
13 Porque hablo a ustedes gentiles, sobre todo, ciertamente, yo soy apóstol de gentiles, honrando mi ministerio:
14 Si de algún modo pudiera provocarlos a celos a los de mi carne, y salvar a algunos de ellos.
15 Porque si desecharlos es la reconciliación del mundo, ¿qué es recibirlos, sino vida de entre los muertos?
16 Y si las primicias son santas, la masa también; y si la raíz es santa, también las ramas.
17 Y si algunas de las ramas se rompen, y vos, siendo olivo silvestre, sos injertado entre ellas, y hecho partícipe de la raíz y de la grosura del olivo;
18 No alardees contra las ramas. Pero sí alardeas, no sostenés la raíz, sino la raíz a vos.
19 Decís entonces: Las ramas se quebraron para que yo sea injertado.
20 Bien; por incredulidad son quebradas, y vos permanecés en pie por la fe. No seas altanero, sino temé:
21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, cuídate, no sea que no te perdone.
22 Considerá, entonces, la bondad y la severidad de Dios: ciertamente, sobre los que cayeron, severidad; pero hacia vos, bondad, si continuás en su bondad; de lo contrario, vos también serás cortado.
23 Y ellos también, si no permanecen en la incredulidad, serán injertados; porque Dios es capaz de injertarlos de nuevo.
24 Porque si vos, cortado del olivo silvestre por naturaleza, e injertado contra natura en un buen olivo, ¿cuánto más éstos, conforme a naturaleza, serán injertados en su propio olivo?
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La restauración de Israel
25 Porque no quiero, hermanos, que ignoren este misterio, para no ser sabios en sí mismos: que ceguera en parte sucedió a Israel, hasta que llegue la totalidad de los gentiles.
26 Y así todo Israel será salvo; como está escrito: Vendrá de Sion el rescate,
y apartará la impiedad de Jacob:
27 Porque este es mi pacto con ellos, cuando saque sus pecados.
28 Ciertamente, en cuanto al evangelio, enemigos por causa de ustedes; pero en cuanto a la elección, amados por causa de los padres.
29 Porque los dones y el llamamiento de Dios no tienen arrepentimiento.
30 Porque así como ustedes en el pasado no creyeron a Dios, y ahora recibieron misericordia, por la incredulidad de ellos:
31 De la misma manera éstos tampoco creyeron ahora, para que por su misericordia, también alcancen misericordia.
32 Porque Dios cercó a todos en incredulidad, para tener misericordia de todos.
33 ¡Oh profundas riquezas de la sabiduría y conocimiento de Dios! ¡Cuán inescrutables sus juicios, e inescrutables sus caminos!
34 Porque ¿quién conoció la mente del Señor? o ¿quién fue su consejero?
35 ¿O quién le dio a Él primero, y le recompensará?
36 Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas: a Él gloria por siempre. Amén.
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12
Deberes cristianos
1 Les ruego, por lo tanto, hermanos, por las misericordias de Dios, presenten sus cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios. Su servicio logikos.
2 Y no se conformen a este mundo, sino transfórmense en la renovación de su mente, para que comprueben la buena, y aceptable, y perfecta voluntad de Dios.
3 Porque digo, por la gracia que se me dió, a todo que está entre ustedes, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense sobriamente, según la medida de la fe que Dios repartió a cada uno.
4 Porque como tenemos muchos miembros en un cuerpo, y todos los miembros no tienen el mismo oficio:
5 Así, muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros unos de otros.
6 Teniendo entonces diferentes dones según la gracia que se nos dió, sea profecía, según la medida de fe;
7 O diaconía, en servir; o el que didasko, en enseñar;
8 O el que parakaleo, en exhortación; el que reparte, en sinceridad; el que gobierna, con rapidez; el misericordioso, con alegría.
9 El amor sin hipocresía.
Aborrezcan lo malo; péguense a lo bueno.
10 Sean afectuosos unos con otros con amor fraternal; Mostrando respeto, prefiriéndose unos a otros;
11 No llegando tarde, haciendo el mejor esfuerzo; fervientes en espíritu; sirviendo al Señor;
12 Alegrándose en la esperanza; pacientes en la tribulación; constantes en la oración;
13 Compartiendo la necesidad de los santos; persiguiendo la hospitalidad.
14 Bendigan a quienes los persiguen; bendigan y no maldigan.
15 Alégrense con los que se alegran, y lloren con los que lloran.
16 La misma mente unos con otros. No piensen altivamente, sino identifíquense con los humildes. No sean sabios en ustedes mismos.
17 No recompensen a nadie mal por mal. Procuren lo honesto a la vista de todos los hombres.
18 Si por ustedes es posible, estén en paz con todos los hombres.
19 Amados, no se venguen ustedes, sino den lugar a la ira; porque está escrito: La venganza es mía;
yo pagaré, dice el Señor.
20 Por tanto, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; porque haciendo esto, cargarás carbones vivos sobre su cabeza.
21 No seas vencido por el mal, sino vencé el mal con el bien.
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13
1 Toda alma obedezca a la autoridad superior. Porque no hay potestad sino de Dios: Y las potestades son establecidas por Dios.
2 Por lo tanto, quien resiste a la potestad, resiste a lo ordenado por Dios; y los que resisten reciben en sí mismos condenación.
3 Porque los gobernantes no son terror para las buenas obras, sino para las malas. ¿No quieres entonces temer a la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza por ello:
4 Porque es ministro de Dios para tu bien. Pero si hacés lo malo, temé; porque no tiene la espada en vano: Porque es ministro de Dios, vengador para ejecutar castigo al que hace lo malo.
5 Por lo cual es necesario que estén sujetos, no sólo por el castigo, sino también por la conciencia.
6 Porque por esto pagan impuestos también: porque son ministros de Dios, que atienden constantemente para esto mismo.
7 Por lo tanto, paguen todas sus deudas: tributo al que tributo; costumbre al que costumbre; temor al que temor; honor al que honor.
8 No deban nada a nadie, sino ámense unos a otros; porque el que ama al otro, cumplió la ley.
9 Por esto, No cometas adulterio, No mates, No robes, No levantes falso testimonio, No codicies; y cualquier otro mandamiento, se resume en esta palabra: En el amar a tu prójimo como a vos mismo.
10 El amor no hace mal al prójimo; por lo tanto, el amor cumple la ley.
11 Y esto, conociendo el tiempo, que ya es hora de que despertemos del sueño: porque ahora está más cerca nuestra salvación que cuando creímos.
12 La noche está avanzada, y el día se acerca: por lo tanto, arrojemos las obras de oscuridad, y vistámonos la armadura de luz.
13 Caminemos honradamente, como de día; no en disturbios o intoxicaciones, no en inmoralidades sexuales y libertinaje, no en peleas y envidias.
14 Pero vístanse del Señor Jesús Cristo, y no hagan provisión a la carne, para lujuria.
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14
Nuevos en la fe
1 Y al débil en la fe, recíbanlo, no para discusiones juiciosas.
2 Porque uno ciertamente cree, comiendo de todo; y el otro, débil, come verduras.
3 El que come no desprecie al que no come; y el que no come, no juzgue al que come, porque Dios lo recibió.
4 ¿Quién sos vos que juzgás al siervo ajeno? Al propio señor permanece o cae. Aún, será sostenido: porque Dios puede sostenerlo.
5 Uno ciertamente, estima día sobre día; Y otro estima todos los días. Cada uno esté convencido en su propia mente.
6 Quien considera el día, lo considera para el Señor; y el que no considera el día, para el Señor no lo considera.
Quien come, come para el Señor, porque da gracias a Dios; y quien no come, para el Señor no come y da gracias a Dios.
7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.
8 Porque si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos; entonces si vivimos o si morimos, ciertamente del Señor somos.
9 Porque para esto Cristo también murió, y se levantó, y revivió, para gobernar así a vivos y a muertos.
10 Pero ¿por qué juzgas a tu hermano? o aún ¿por qué desprecias a tu hermano? porque todos estaremos ante el tribunal de Cristo.
11 Porque está escrito:
Vivo yo, dice el Señor,
que toda rodilla se doblará ante mí,
y toda lengua confesará a Dios.
12 Sin duda entonces, cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios.
13 Por lo tanto, no nos juzguemos más unos a otros, sino más bien juzguemos esto: que nadie ponga tropiezo o trampa al hermano.
14 Sé, y estoy convencido en el Señor Jesús, que nada es inmundo por sí mismo; sino quien considera que algo es inmundo, para él es inmundo.
15 Pero si tu hermano se entristece con tu comida, ya no andas bajo el amor. No destruyas con tu comida a aquel por quien Cristo murió.
16 No permitas entonces que se hable mal de tu beneficio:
17 Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, y paz, y alegría en el Santo Espíritu.
18 Porque el que en esto sirve a Cristo, es acepto a Dios y aprobado por los hombres.
19 Por lo tanto, sigamos ciertamente lo que contribuye a la paz, y para mutua edificación.
20 Porque la carne no destruye la obra de Dios. Todas las cosas ciertamente son puras; pero es malo para el hombre comer con ofensa.
21 No es bueno comer carne, ni beber vino, ni nada con que tu hermano tropiece, u ofenda, o debilite.
22 ¿Vos tenés fe? tenéla vos mismo delante de Dios. Bendito quien no se condena a sí mismo en lo que aprueba.
23 Y el que duda es condenado si come, porque no es de fe; Y todo lo que no es de fe es pecado.
15
1 Entonces nosotros, siendo fuertes, debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos.
2 Que cada uno de nosotros agrade a su prójimo para bien de su edificación.
3 Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo, sino que, está escrito: Las injurias de los que te injuriaban cayeron sobre mí.
4 Porque todo lo que se escribió antes, se escribió para nuestra enseñanza, para que por la paciencia y el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.
5 Y el Dios de la paciencia y consuelo les conceda tener la misma intención unos con otros en semejanza a Cristo Jesús:
6 Para que unánimes en una boca glorifiquen a Dios, también Padre de nuestro Señor Jesús Cristo.
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En Él los gentiles confiarán.
7 Por tanto, recíbanse unos a otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios.
8 Mas digo que Jesús Cristo fue diakonos de circuncisión para la verdad de Dios, confirmando las promesas a los padres:
9 Y los gentiles glorificasen a Dios por su misericordia; como está escrito:
Por esto te confesaré entre los gentiles, y cantaré a tu nombre.
10 Y otra vez dice:
Alégrense, gentiles, con su pueblo.
11 Y otra vez: Alaben al Señor,
todos los gentiles; y elógienlo,
todos los pueblos.
12 Y otra vez, Isaías dice:
Será la raíz de Isaí,
y se levantará a reinar a los gentiles;
En Él los gentiles confiarán.
13 Ahora el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz en fe, abundando ustedes en esperanza, en el poder del Santo Espíritu.
14 Y yo mismo también estoy convencido de ustedes, hermanos míos, que ustedes también están llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, capaces también de amonestarse unos a otros.
15 Sin embargo, hermanos, les escribí con mayor atrevimiento de alguna manera, como recordándoles, a través de la gracia que se me dío por Dios,
16 Yo soy ministro de Jesús Cristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que la ofrenda de los gentiles sea aceptada, santificados por el Santo Espíritu.
17 Tengo, por lo tanto, el gloriarme en Jesús Cristo con Dios.
18 Porque no me atreveré a hablar de nada de lo que Cristo no obraría por mí. Para obediencia de los gentiles, en palabra y obra,
19 En poderosas señales y maravillas, en el poder del Espíritu de Dios; de modo que desde Jerusalén, y alrededor hasta Ilírico, lo llené del evangelio de Cristo.
20 Y, de esta manera me esforcé euaggelizo, no donde Cristo fue nombrado, para edificar sobre fundamento ajeno:
21 Pero como está escrito:
A los que no se les habló sobre Él, verán; y los que no oyeron, entenderán.
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Pablo desea ir a Roma
22 Por esta razón también tuve muchos impedimentos para ir a ustedes.
23 Pero ahora no teniendo más lugar en estas regiones, y teniendo gran deseo desde hace muchos años de ir a ustedes;
24 Si así emprendo mi viaje a España, iré a ustedes: porque espero verlos al viajar, y ser encaminado allá por ustedes, si antes me lleno un poco de su compañía.
25 Pero ahora voy a Hierusalem para servir a los hagios.
26 Porque les agradó a Macedonia y Acaya hacer cierta contribución para los santos pobres, los que están en Jerusalén.
27 Ciertamente les agradó; y sus deudores son. Porque si los gentiles participaron de lo espiritual, deben también servirles en lo material.
28 Entonces realizado esto, y sellándoles este fruto, vendré a través ustedes a España.
29 Y estoy seguro de que, al ir a ustedes, iré en la plenitud de la bendición del evangelio de Cristo.
30 Ahora les ruego, hermanos, por causa de nuestro Señor Jesús Cristo, y por el amor del Espíritu, que se esfuercen junto conmigo en oraciones a Dios por mí;
31 Para ser librado de los incrédulos en Judea; y que mi servicio, cual es por Jerusalén sea aceptado por los santos;
32 Para que vaya a ustedes con alegría por la voluntad de Dios, y sea recreado con ustedes.
33 Y El Dios de paz esté con todos ustedes. Amén.
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16
Saludos personales
1 Y les encomiendo a nuestra hermana Febe, que es diakonos de la iglesia que está en Cencrea:
2 Para que la reciban en el Señor, como corresponde a santos, y asistirla en cualquier asunto que necesite de ustedes; porque ella también fue ayuda para muchos, y a mí mismo.
3 Saluden a Priscila y a Aquila, mis ayudantes en Cristo Jesús:
4 Que por mi vida entregaron sus propios cuellos: a quienes no sólo doy gracias, sino también todas las iglesias de las naciones.
5 Igualmente saluden a la iglesia que está en su casa. Saluden a mi amado Epaeneto, que es la primicia de Acaya para Cristo.
6 Saluden a María, que tanto trabajó entre nosotros.
7 Saluden a Andrónico y Junia, mis parientes y compañeros de prisión, que son notables entre los apóstoles, que también fueron en Cristo antes que yo.
8 Saluden a Amplias, mi amado en el Señor.
9 Saluden Urbano, nuestro ayudante en Cristo, y Estaquis mi amado.
10 Saluden a Apeles aprobado en Cristo. Saluden a los de Aristóbulo.
11 Saluden a Herodion mi pariente. Saluden a los de los Narcisos, que están en el Señor.
12 Saluden a Trifena y a Trifosa, que trabajan en el Señor. Saluden a la amada Persis, que trabajó mucho en el Señor.
13 Saluden a Rufo elegido en el Señor, y a su madre y mía.
14 Saluden Asíncrito, Flegonte, Hermas, Patrobas, Hermes, y los hermanos con ellos.
15 Saluden a Filólogo, y Julia, Nereo, y su hermana, y a Olimpas, y a todos los santos con ellos.
16 Salúdense mutuamente con beso santo. Las iglesias de Cristo los saludan.
17 Ahora les ruego, hermanos, que se fijen en los que causan divisiones y ofensas contrarias a la doctrina que ustedes aprendieron; y apártense de ellos.
18 Porque los tales no sirven a nuestro Señor Jesús Cristo, sino a su propio vientre; y con buenas palabras y discursos aduladores engañan los corazones de los simples.
19 Porque la obediencia de ustedes se difundió a todos los hombres. Me alegro, ciertamente, por ustedes; pero quiero que sean sabios para lo bueno e inocentes para lo malo.
20 Y el Dios de paz aplastará a satanás bajo sus pies en breve. La gracia de nuestro Señor Jesús Cristo sea con ustedes. Amén.
21 Timoteo, mi compañero de trabajo, y Lucio, y Jasón, y Sosípater, mis parientes, los saludan.
22 Yo Tercio, escribí esta epístola, los saludo en el Señor.
23 Gayo, mi anfitrión, y de toda la iglesia, los saluda. Erasto, el tesorero de la ciudad, los saluda, y Quartus, un hermano.
24 La gracia de nuestro Señor Jesús Cristo esté con todos ustedes. Amén.
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Comentario final
25 Y es poderoso para establecerlos según mi evangelio, y la predicación de Jesús Cristo, según la revelación del misterio, guardado en secreto desde tiempos eternos,
26 Pero ahora manifestado, y por las escrituras de los profetas, según el mandamiento del Eterno Dios, dado a conocer a todas las naciones para obediencia a la fe:
27 Al único sabio Dios, gloria por medio de Jesús Cristo para siempre. Amén.
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