
Ἰωάννης - Juan
1
El Verbo hecho carne
1 En el principio fue logos, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.
2 El mismo estaba en el principio con Dios.
3 Todas las cosas fueron hechas por Él; y sin Él no fue hecho nada de lo que fue hecho.
4 En Él estaba la vida; y la vida era la luz de los hombres.
5 Y la luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la arrebataron.
6 Hubo un hombre enviado de Dios, cuyo nombre era Juan.
7 Él vino por testigo, para testificar de la Luz, para que todos creyeran por Él.
8 Él no era la luz, sino para dar testimonio de la Luz.
9 Era la Luz verdadera, que ilumina a todo hombre, viniendo al mundo.
10 Estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por Él, y el mundo no lo conoció.
11 Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron.
12 Pero a todos los que lo recibieron, les dio autoridad de ser hijos de Dios, teniendo fe en Su Nombre:
13 Que no nacieron de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
14 Y El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, (y vimos su gloria, gloria como del monogenés del Padre) lleno de gracia y de verdad.
15 Juan testificó de Él, y clamó diciendo: Este fue de quien hablé: El que viene después de mí es antes que yo; Él fue antes que yo.
16 Y todos nosotros recibimos de su plenitud, y charis por gracia.
17 Porque la ley fue dada por Moisés; La gracia y la verdad vinieron por Jesús Cristo.
18 Nadie vio a Dios jamás; El Hijo monogenés, que está en el kolpos del Padre, Él lo declaró.
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Testimonio de Juan el Bautista
mt 3.11 mc 1.7 lc 3.15
19 Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén para preguntarle: ¿Quién eres tú?
20 Y él confesó, y no negó; sino que confesó: Yo no soy el Cristo.
21 Y le preguntaron: ¿Entonces quién? ¿Eres tú Elías? Y él dijo: Yo no soy. ¿Eres tú el profeta? Y él respondió: No.
22 Entonces le dijeron: ¿Quién eres? para dar respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
23 Dijo: Yo, voz clamando en el desierto: Enderecen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
24 Y los enviados eran de los fariseos.
25 Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, bautizas entonces, si tú no eres Cristo, ni Elías, ni el profeta?
26 Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo con agua; pero hay entre ustedes uno a quien ustedes no conocen;
27 Él es, quién viene después de mí, es antes de mí, cuya hebilla del zapato yo no soy digno de desatar.
28 Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
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El Cordero de Dios
29 Al día siguiente, Juan ve a Jesús viniendo hacia él, y dice: Acá El Cordero de Dios, que toma el pecado del mundo.
30 Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un hombre que es antes que yo; porque era primero que yo.
31 Y yo no lo conocía; pero para que se manifieste a Israel, por eso vine bautizando con agua.
32 Y Juan testificó, diciendo: Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma, y permanecer sobre Él.
33 Y yo no le conocía; pero El que me envió a bautizar con agua, Él me dijo: Sobre El que veas al Espíritu descender y permanecer sobre Él, ése es El que bautiza con El Santo Espíritu.
34 Y yo vi, y testifique que este es El Hijo de Dios.
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Los primeros discípulos
35 Otra vez, al día siguiente, estaban Juan y dos de sus discípulos;
36 Y viendo a Jesús peripatéo, dijo: ¡Acá El Cordero de Dios!
37 Y los dos discípulos lo oyeron hablar, y siguieron a Jesús.
38 Entonces Jesús se volvió, y viéndolos que lo seguían, les dijo: ¿Ustedes qué buscan? Ellos le dijeron: Rhabbí (que dicho significa: Maestro), ¿dónde vives?
39 Él les dijo: Vengan y vean. Vinieron y vieron dónde vivía, y se quedaron con Él ese día, pues era cerca de la hora décima.
40 Uno de los dos que oyeron a Juan, y lo siguieron, era Andrés, hermano de Simón Pedro.
41 Él encontró primero a su propio hermano, Simón, y le dijo: Encontramos al Mesías, que es, interpretado, El Cristo.
42 Y lo llevó a Jesús. Y Jesús, mirándolo, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú te llamarás Cefas, que es, interpretado, Piedra.
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Jesús llama a Felipe y a Natanael
43 Al día siguiente, Jesús quiso salir a Galilea, y encontró a Felipe, y le dijo: Sígueme.
44 Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro.
45 Felipe encontró a Natanael, y le dijo: Encontramos a aquel de quien Moisés en la ley y los profetas escribieron: Jesús de Nazaret, hijo de José.
46 Y Natanael le dijo: ¿Puede salir algo bueno de Nazaret? Felipe le dijo: Ven y ve.
47 Jesús vio a Natanael acercándose a Él, y dijo de él: Acá un verdadero israelita, en quien no hay dólos.
48 Natanael le dijo: ¿De dónde me conoces? Jesús respondió y le dijo: Antes que Felipe te llamara, estando debajo de la higuera, te vi.
49 Natanael respondió y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.
50 Respondió Jesús y le dijo: Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, ¿crees? más que esto verás.
51 Y le dijo: Amén, Amén les digo: Desde ahora verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre.
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2
Las bodas de Caná
1 Y al tercer día hubo bodas en Caná de Galilea; y la madre de Jesús estaba ahí:
2 Y también llamaron a Jesús y a sus discípulos a las bodas.
3 Y faltando vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.
4 Jesús le dijo: Mujer, ¿yo qué contigo? mi hora todavía no llega.
5 Su madre dijo a los diákonos: Lo que les diga, háganlo.
6 Y estaban puestas ahí seis tinajas de piedra, según la purificación de los judíos, conteniendo dos o tres metrétés cada una.
7 Jesús les dijo: Llenen los cántaros de agua. Y ellos los llenaron hasta el borde.
8 Y les dijo: Ahora saquen, y lleven al jefe de la fiesta. Y lo llevaron.
9 Cuando el jefe de la fiesta probó el agua hecha vino, y no sabía de dónde era (pero los siervos que sacaron el agua lo sabían), el jefe de la fiesta llamó al esposo,
10 Y le dijo: Todo hombre al principio pone el buen vino; y cuando los hombres se embriagaron, entonces el malo; Tú guardaste el buen vino hasta ahora.
11 Este principio de milagros hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en Él.
12 Después de esto descendió a Capernaum, Él, su madre, sus hermanos y sus discípulos; y permanecieron ahí no muchos días.
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Jesús purifica el templo
mt 21.12 mc 11.15 lc 19.45
13 Y estaba cerca la pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén,
14 y encontró en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados:
15 Y haciendo un azote de cuerdas, los echó a todos del templo, y a las ovejas y a los bueyes; y tiró el dinero de los cambistas, y volcó las mesas;
16 Y dijo a los que vendían palomas: Saquen esto de acá; no hagan de la casa de mi Padre casa de mercado.
17 Y sus discípulos recordaron que estaba escrito: El zélos de tu casa me devora.
18 Entonces respondieron los judíos y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces estas cosas?
19 Jesús respondió y les dijo: Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré.
20 Entonces dijeron los judíos: Cuarenta y seis años estuvo construyéndose este templo, ¿y tú lo levantarás en tres días?
21 Pero Él habló del templo de su cuerpo.
22 Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos recordaron que les dijo esto; y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús dijo.
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Jesús nos conoce
23 Y cuando estuvo en Jerusalén en la pascua, en la fiesta, muchos creyeron en su nombre, viendo los milagros que hacía.
24 Pero Jesús no pisteuó en ellos, porque Él los conocía a todos,
25 y no tenía necesidad de que nadie testificara del hombre, porque sabía lo que había en el hombre.
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3
Jesús y Nicodemo
1 También hubo un hombre de los fariseos, llamado Nicodemo, principal de los judíos:
2 Éste vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que eres un maestro venido de Dios; porque nadie puede hacer estos milagros que tú haces, si Dios no está con él.
3 Respondió Jesús y le dijo: Amén, amén te digo, si uno no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede al menos entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?
5 Jesús respondió: Amén, amén te digo, si uno no nace de agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
6 Lo nacido de la carne, es carne; y lo nacido del Espíritu, es espíritu.
7 No te maravilles de que te dije: Tú debes nacer de nuevo.
8 El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo el que nace del Espíritu.
9 Nicodemo respondió y le dijo: ¿Cómo pueden ser estas cosas?
10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes estas cosas?
11 Amén, amén te digo: Nosotros hablamos lo que sabemos, y testificamos lo que vimos; y no reciben nuestro testimonio.
12 Si les hablo lo terrenal y no creen, ¿cómo creerán si les hablo lo celestial?
13 Y nadie subió al cielo, sino El que bajó del cielo, El Hijo del hombre que es del cielo.
14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así el Hijo del hombre debe ser levantado:
15 Para que todo el que cree en Él no sea destruido, sino tenga vida eterna.
Así nos amó Dios
16 Porque así amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.
17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.
18 Creyendo en Él no hay condenación; pero el que no cree ya está condenado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
20 Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
21 Pero el que hace lo verdadero viene a la luz, para que sus obras se manifiesten, que son hechas en Dios.
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El amigo del esposo
22 Después de estas cosas vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea; y ahí se quedó con ellos, y bautizaba.
23 Y Juan también bautizaba en Enón, cerca de Salim, porque había mucha agua ahí; y vinieron y fueron bautizados.
24 Porque Juan todavía no había sido echado en la cárcel.
25 Entonces surgió una cuestión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación.
26 Y vinieron a Juan, y le dijeron: Rabí, El que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú testificaste, acá, El mismo bautiza, y todos vienen a Él.
27 Juan respondió y dijo: Nada puede recibir el hombre, si no le es dado del cielo.
28 Ustedes mismos me dan testimonio que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado antes que Él.
29 El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, permanece y lo escucha, alegrándose grandemente por la voz del novio: por lo tanto, este mi gozo se cumplió.
30 Él debe crecer, pero yo decrecer.
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El que viene de arriba
31 El que viene de arriba es sobre todos; El que es de la tierra es terrenal y habla de lo terrenal; El que viene del cielo es sobre todos.
32 Y lo que vio y oyó, eso testifica; y ninguno recibe su testimonio.
33 Al recibir su testimonio, selló que Dios es verdad.
34 Porque El que Dios envió habla las palabras de Dios; Porque Dios no da El Espíritu por medida.
35 El Padre ama al Hijo, y dio todo en su mano.
36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; Pero el que no cree en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.
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4
Jesús y la mujer samaritana
1 Entonces cuando El Señor supo cómo los fariseos escucharon que Jesús hacía y bautizaba más discípulos que Juan,
2 (Aunque Jesús mismo no bautizaba, sino sus discípulos,)
3 Dejó Judea, y fue otra vez a Galilea.
4 Y era necesario ir a través de Samaria.
5 Entonces llegó a una ciudad de Samaria, llamada Sicar, cerca del campo que Jacob dio a su hijo José.
6 Y estaba ahí la fuente de Jacob. Jesús, entonces, estando cansado del viaje, se sentó así en la fuente: y era como la hora sexta.
7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua: Jesús le dijo: Dame de beber.
8 (Porque sus discípulos fueron a la ciudad a comprar comida).
9 Entonces la mujer de Samaria le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, siendo mujer de Samaria? porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos.
10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías a Él, y te daría agua viva.
11 La mujer le dijo: Señor, no tienes balde, y el pozo es profundo: ¿de dónde, entonces, tienes agua viva?
12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo y bebió de él él mismo, sus hijos y sus ganados?
13 Respondió Jesús y le dijo: El que beba de esta agua volverá a tener sed:
14 Pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
15 La mujer le dice: Señor, dame esa agua, que no tenga más sed, ni venga acá a sacarla.
16 Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido y ven acá.
17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien dicho: No tengo marido:
18 Porque tuviste cinco maridos; y el que ahora tienes no es tu marido; en eso dijiste verdad.
19 La mujer le dijo: Señor, veo que tú eres profeta.
20 Nuestros padres adoraban en este monte; y ustedes dicen que en Jerusalén es el lugar donde los hombres deben adorar.
21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, porque llega la hora en que ni en este monte, ni aún en Jerusalén, adorarán al Padre.
22 Ustedes adoran lo que no saben; nosotros sabemos lo que adoramos, porque la salvación viene de los judíos.
23 Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad: porque de hecho, el Padre busca que tales lo adoren.
24 Theos Pneúma: y los que le adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad.
25 La mujer le dijo: Sé que viene el Mesías, llamado Cristo; cuando él venga, nos declarará todo.
26 Jesús le dijo: Yo soy, El que habla contigo.
27 Y en esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron que hablara con la mujer; pero ninguno dijo: ¿Qué buscas? o: ¿Por qué hablas con ella?
28 La mujer entonces dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres,
29 Vengan, vean a un hombre, que me contó todo cuanto hice: ¿no es éste El Cristo?
30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a Él.
31 Y entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rhabbí, come.
32 Pero Él les dijo: Yo tengo comida para comer que ustedes no conocen.
33 Entonces los discípulos dijeron unos a otros: ¿Alguien le trajo de comer?
34 Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que termine su obra.
35 ¿No dicen ustedes: Todavía faltan cuatro meses, y vendrá la siega? acá, les digo: Levanten los ojos y miren los campos, porque ya están blancos para la siega.
36 Y el que siega recibe salario, y junta fruto para vida eterna; para que tanto el que siembra y el que siega se alegren juntos.
37 Y en esto es verdad el dicho: Uno siembra, y otro cosecha.
38 Yo los envié a segar aquello que ustedes no trabajaron; otros trabajaron, y ustedes entraron en sus trabajos.
39 Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por el lógos de la mujer, testificando: Me dijo todo cuanto hice.
40 Así, cuando los samaritanos vinieron a Él, le rogaron que se quedara con ellos; y se quedó ahí dos días.
41 Y muchos más creyeron por su propia palabra;
42 Y dijeron a la mujer: Ahora creemos, no por tu dicho; porque nosotros lo oímos, y sabemos que éste verdaderamente es el Cristo, El Salvador del mundo.
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Jesús sana al hijo de un noble
43 Y después de dos días, salió de ahí y fue a Galilea.
44 Porque Jesús mismo testificó, que un profeta no tiene honor en su propia tierra.
45 Entonces, cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron, viendo todo lo que hizo en Jerusalén, en la fiesta; Porque ellos también fueron a la fiesta.
46 Entonces Jesús vino otra vez a Caná de Galilea, donde hizo del agua vino. Y había cierto basilikós, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaum.
47 Este oyó que Jesús venía de Judea a Galilea, y fue a Él, y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, porque estaba por morir.
48 Entonces Jesús le dijo: Si no ven señales y maravillas, no creerán.
49 El noble le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera.
50 Jesús le dijo: Vete, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue.
51 Y mientras él descendía, sus siervos lo encontraron, y anunciaron diciendo: Tu hijo vive.
52 Entonces les preguntó por la hora en que comenzó a mejorar. Y ellos le dijeron: Ayer a la hora séptima la fiebre lo dejó.
53 Entonces el padre supo que en la misma hora, en que Jesús le dijo: Tu hijo vive; y creyó él y toda su casa.
54 Este además es el segundo milagro que hizo Jesús, yendo de Judea a Galilea.
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5
El paralítico de Betesda
1 Después de esto hubo una fiesta de los judíos; y Jesús subió a Jerusalén.
2 Más, hay en Jerusalén, por las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, que tiene cinco pórticos.
3 En ellos yacía gran multitud de enfermos, ciegos, paralíticos, marchitos, que esperaban el movimiento del agua.
4 Porque ángelos descendía cada cierto tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el primero que entraba después de agitarse el agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera.
5 Y estaba ahí cierto hombre, que tenía una enfermedad de treinta y ocho años.
6 Jesús viéndolo acostado, y sabiendo que ya tenía mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?
7 El enfermo le respondió: Señor, cuando el agua está revuelta, no tengo hombre que me meta en el estanque; pero mientras que yo voy, otro desciende delante mío.
8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho y camina.
9 E inmediatamente el hombre quedó sano, y tomó su cama y caminó; y aquel mismo día era sábado.
10 Los judíos, por lo tanto, dijeron al sanado: Es sábado; no te es lícito llevar el lecho.
11 Él les respondió: El que me curó, Él mismo me dijo: Toma tu lecho y camina.
12 Entonces le preguntaron: ¿Qué hombre es el que te dijo: Toma tu lecho y camina?
13 Y el curado no sabía quién era, porque Jesús se retiró, estando la multitud en el lugar.
14 Después de esto, Jesús lo encontró en el templo, y le dijo: Mira, fuiste sanado; no peques más, para que no te suceda algo peor.
15 El hombre se marchó, y dijo a los judíos que era Jesús quien lo sanó.
16 Y por eso los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarlo, porque hacía estas cosas en sábado.
17 Pero Jesús les respondió: Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo trabajo.
18 Y por eso los judíos más procuraban matarlo, porque no sólo quebrantó el sábado, sino que también dijo que Dios era su Padre, haciéndose a sí mismo, igual a Dios.
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La autoridad del Hijo
19 Entonces respondió Jesús y les dijo: Amén, Amén les digo: El Hijo no puede hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque lo que Él hace, eso también, de la misma manera, hace el Hijo.
20 Porque el Padre phileó al Hijo, y le muestra todo lo que Él hace; y le mostrará obras mayores que éstas, para que ustedes se maravillen.
21 Porque como el Padre resucita a los muertos y vivifica, así también el Hijo vivifica a quien quiere.
22 Porque el Padre no krino a nadie, sino que encomendó todo el juicio al Hijo:
23 Para que todos honren al Hijo, así como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
24 Amén, amén les digo: El que oye mi palabra, y cree en el que me envió, tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, sino que pasó de muerte a vida.
25 Amén, amén les digo: La hora viene, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y al oírla, vivirán.
26 Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así dio al Hijo el tener vida en sí mismo;
27 Y también le dio autoridad para ejecutar juicio, porque es Hijo del hombre.
28 No se maravillen de esto: porque viene la hora, en la que todos los que están en las tumbas oirán su voz,
29 y saldrán; los que obraron bien, a resurrección de vida; y los que obraron mal, a resurrección de krísis.
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Testigos de Jesús El Cristo
30 Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre que me envió.
31 Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.
32 Hay otro que testifica de mí; y yo sé que el testimonio que testifica de mí es verdadero.
33 Ustedes enviaron a Juan, y él testificó la verdad.
34 Pero yo no recibo testimonio de hombre; sino que estas cosas digo, para que ustedes sean salvos.
35 Él era luz ardiente y resplandeciente; y ustedes quisieron por un tiempo regocijarse en su luz.
36 Pero yo tengo mayor testimonio que Juan: porque las obras que el Padre me dio para teleioó, las mismas obras que yo hago, testifican de mí, que el Padre me envió.
37 Y el Padre mismo, que me envió, testificó de mí. Nunca oyeron su voz, ni vieron su apariencia.
38 Y no tienen su palabra permaneciendo en ustedes; porque a quien Él envió, ustedes no creen.
39 Examinen las Escrituras, porque en ellas creen tener vida eterna; y ellas son las que testifican de mí.
40 Y no quieren venir a mí, para tener vida.
41 No recibo gloria de hombres.
42 Pero los conozco, que no tienen el amor de Dios en ustedes.
43 Yo vine en nombre de mi Padre, y no me reciben: si otro viniera en su propio nombre, a ése recibirían.
44 ¿Cómo ustedes pueden creer, recibiendo gloria los unos de los otros, y no buscan la gloria que viene del Único Dios?
45 No piensen que yo los acusaré ante El Padre: hay quién los acusa, Moisés, en quien ustedes confían.
46 Porque si creyeran a Moisés, me creerían a mí; porque él escribió de mí.
47 Pero si no creen en sus escritos, ¿cómo creerán mis palabras?
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6
Alimentación de los cinco mil
mt 14.13 mc 6.30 lc 9.10
1 Después de estas cosas, Jesús pasó el mar de Galilea, Tiberiás.
2 Y lo seguía gran multitud, porque vieron los milagros que hizo en los enfermos.
3 Y subió Jesús a un monte, y ahí se sentó con sus discípulos.
4 Y estaba cerca la Pascua, fiesta de los judíos.
5 Jesús entonces, alzando los ojos, y viendo una gran compañía que venía a Él, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que éstos coman?
6 Y esto lo dijo para probarlo, porque Él mismo sabía lo que iba a hacer.
7 Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no les alcanzará, para que cada uno tome un poco.
8 Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo,
9 Acá hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescaditos; pero ¿qué es esto entre tantos?
10 Y Jesús dijo: Hagan sentar a los hombres. Había mucha pasto en el lugar. Así los hombres se sentaron, en número como de cinco mil.
11 Y Jesús tomó los panes; y eucharistéo, repartió a los discípulos, y los discípulos a los convidados; e igualmente de los peces cuanto quisieron.
12 Cuando se saciaron, dijo a sus discípulos: Junten los pedazos que sobraron, para que nada se pierda.
13 Entonces los juntaron y llenaron doce cestas de pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que comieron.
14 Entonces los hombres, al ver el milagro que Jesús hizo, dijeron: Este es en verdad el profeta que vendría al mundo.
15 Jesús entonces, percibiendo que vendrían y lo tomarían por la fuerza, para hacerlo rey, se fue otra vez Él solo a una montaña.
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Jesús anda sobre el mar
mt 14.22 mc 6.45
16 Y cuando llegó la noche, sus discípulos bajaron al mar,
17 y entraron en una barca, y atravesaron el mar hacia Capernaum. Y ya estaba oscuro, y Jesús no iba con ellos.
18 Y el mar se levantó por un gran viento que soplaba.
19 Y cuando remaron como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que caminaba sobre el mar y estaba acercándose a la nave; y tuvieron miedo.
20 Pero Él les dijo: Soy yo; no teman.
21 Entonces quisieron recibirlo en la nave; e inmediatamente la nave llegó a la tierra adonde iban.
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La gente busca a Jesús
22 Al día siguiente, el pueblo que estaba al otro lado del mar vio que no había ahí otra barca, excepto aquella en que entraron sus discípulos, y que Jesús no entró con sus discípulos en la barca, sino que sus discípulos fueron solos;
23 (Sin embargo, llegaron otras barcas de Tiberías cerca del lugar donde comieron el pan, dando gracias El Señor)
24 Entonces, cuando la gente vio que Jesús no estaba ahí, ni tampoco sus discípulos, ellos también se embarcaron y vinieron a Capernaum, buscando a Jesús.
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Jesús, el pan de vida
25 Y hallándolo al otro lado del mar, le dijeron: Rabbí, ¿cuándo llegaste acá?
26 Jesús les respondió y dijo: Amén amén les digo, me buscan, no porque vieron los milagros, sino porque comieron de los panes y se saciaron.
27 No trabajen por la comida que perece, sino por la comida que permanece hasta la vida eterna, la cual el Hijo del hombre les dará: porque a Él señaló Dios el Padre.
28 Entonces le dijeron: ¿Qué haremos, para hacer las obras de Dios?
29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios: que crean a quien Él envió.
30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal haces tú entonces, para ver y creerte? ¿Qué obra?
31 Nuestros padres comieron maná en el desierto; como está escrito: Les dio a comer pan del cielo.
32 Entonces Jesús les dijo: Amén, amén les digo: Moisés no les dio pan del cielo; sino mi Padre les da el verdadero pan del cielo.
33 Porque el pan de Dios es el que descendió del cielo y da vida al mundo.
34 Entonces dijeron a Él: Señor, danos siempre este pan.
35 Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, nunca jamás tendrá sed.
36 Pero les digo, que ustedes también me vieron, y no creyeron.
37 Todo lo que el Padre me dé vendrá a mí; y el que venga a mí, nunca jamás lo echaré fuera.
38 Porque bajé del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
39 Y esta es la voluntad del Padre que me envió: que todo lo que me dio, no pierda nada, sino que lo resucite en el último día.
40 Y esta es la voluntad del que me envió: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna; Y Yo lo resucitaré en el último día.
41 Los judíos entonces murmuraron de Él, porque dijo: Yo soy el pan que descendió del cielo.
42 Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿cómo, entonces, dice: Bajé del cielo?
43 Jesús, entonces, respondió y les dijo: No murmuren entre ustedes.
44 Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envió no lo atrae; y yo lo resucitaré en el último día.
45 Está escrito en los profetas: Y todos serán enseñados por Dios. Todos, por lo tanto, oyendo y aprendiendo del Padre, vendrán a mí.
46 No que alguno vio al Padre, sino El que viene de Dios, Él vio al Padre.
47 Amén, amén les digo: El que cree en mí tiene vida eterna.
48 Yo soy El pan de vida.
49 Sus padres comieron maná en el desierto, y están muertos.
50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el hombre coma de Él y no muera.
51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
52 Los judíos, entonces, discutían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer carne?
53 Entonces Jesús les dijo: Amén amén, les digo, si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes.
54 Quien come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y Yo lo resucitaré en el último día.
55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
56 Quien come mi carne y bebe mi sangre, vive en mí, y Yo en él.
57 Como El Padre viviente me envió, yo vivo por El Padre, así el que me come, vivirá por mí.
58 Este es el pan que descendió del cielo; no como sus padres, comieron maná, y están muertos; el que coma de este pan vivirá para siempre.
59 Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.
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Palabras de vida eterna
60 Y muchos de sus discípulos, oyendo la palabra, decían: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?
61 Y conociendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto los ofende?
62 ¿Y si vieran al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?
63 Es el Pneuma El que vivifica; la sárx nada aprovecha: las palabras que yo les hablo, son espíritu y son vida.
64 Pero hay algunos de ustedes que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién iba a traicionarlo.
65 Y dijo: Por esto les dije que nadie puede venir a mí, si no le fuere dado de mi Padre.
66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con Él.
67 Entonces Jesús dijo a los doce: ¿Quieren irse ustedes también?
68 Entonces Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna.
69 Y nosotros creemos y ginósko que tú eres El Cristo, El Hijo del Dios viviente.
70 Jesús les respondió: ¿Yo no los elegí a ustedes doce?, ¿Y uno de ustedes es diábolos?
71 Y habló de Judas Iscariote, de Simón, porque él estaba a punto de entregarlo, siendo uno de los doce.
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7
Incredulidad de los hermanos de Jesús
1 Después de estas cosas, Jesús andaba por Galilea; porque no quería andar por Judea, porque los judíos procuraban matarlo.
2 Y la fiesta de los tabernáculos de los judíos estaba cerca.
3 Entonces sus hermanos le dijeron: Apártate de acá y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.
4 Porque no hay nadie que haga algo en secreto, y busque así mismo ser públicamente conocido. Si haces estas cosas, muéstrate al mundo.
5 Porque ni sus hermanos creyeron en Él.
6 Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo todavía no llegó; pero su tiempo está siempre listo.
7 El mundo no puede odiarlos; pero a mí me odia, porque yo testifico de él, que sus obras son ponerós.
8 Suban ustedes a esta fiesta: Yo no subo todavía a esta fiesta; porque mi tiempo todavía no se cumple.
9 Cuando les dijo estas palabras, se quedó en Galilea.
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Jesús en la fiesta de los tabernáculos
10 Pero cuando sus hermanos subieron, entonces Él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto.
11 Entonces los judíos lo buscaron en la fiesta, y dijeron: ¿Dónde está ese?
12 Y había mucha murmuración entre el pueblo acerca de Él; porque unos decían: Es bueno, pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo.
13 Sin embargo, nadie hablaba abiertamente de Él por miedo a los judíos.
14 Y como a la mitad de la fiesta, Jesús subió al templo, y enseñaba.
15 Y los judíos se maravillaban, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?
16 Jesús les respondió, y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de Quien me envió.
17 Si alguno quiere hacer su voluntad, conocerá de la doctrina, si es de Dios, o si yo hablo de mí mismo.
18 El que habla de sí mismo, busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que le envió, ése es verdadero, y no hay injusticia en él.
19 ¿No les dio Moisés la ley, y sin embargo ninguno de ustedes cumple la ley? ¿Por qué buscan matarme?
20 El pueblo respondió y dijo: Tienes demonio: ¿quién busca matarte?
21 Respondió Jesús y les dijo: Hice una obra, y todos se maravillan.
22 Por eso Moisés les dio la circuncisión; (no porque sea de Moisés, sino de los padres;) y ustedes en sabbath circuncidan al hombre.
23 Si un hombre recibe la circuncisión en sabbath, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿Se enfurecen conmigo, porque sané completamente a un hombre en sabbath?
24 No juzguen según las apariencias, sino juzguen con justo juicio.
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¿Es El Cristo?
25 Entonces algunos de Jerusalén dijeron: ¿No es éste a quien buscan para matar?
26 Pero, miren, habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Saben realmente los gobernantes que éste es el verdadero Cristo?
27 Aunque sabemos de dónde es éste; pero cuando venga Cristo, nadie sabrá de dónde es.
28 Entonces Jesús clamó en el templo mientras enseñaba, diciendo: También me conocen, y saben de dónde soy; y no vine de mí mismo, sino El que me envió es verdadero, a quien ustedes no conocen.
29 Pero yo Lo conozco, porque soy de Él, y Él me envió.
30 Entonces procuraban prenderlo; pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.
31 Y muchos del pueblo creyeron en Él, y decían: Cuando Cristo venga, ¿hará más sémeion de los que éste hizo?
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Los fariseos envían alguaciles para prender a Jesús
32 Los fariseos oyeron que el pueblo murmuraba estas cosas acerca de Él; y los fariseos y los principales sacerdotes enviaron oficiales para prenderlo.
33 Entonces Jesús les dijo: Todavía mikrós chrónos estaré con ustedes, e iré Al que me envió.
34 Me buscarán, y no me encontrarán; y donde yo esté, ustedes no podrán venir.
35 Entonces dijeron los judíos entre sí: ¿Adónde se irá, que no lo encontraremos? ¿Irá a los dispersos entre los Héllen, y enseñará a los Héllen?
36 ¿Qué logos es ésta que dijo: Me buscaran, y no me encontraran; y donde yo esté, ustedes no podrán venir?
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Ríos de agua viva
37 En el último día, el mayor de la fiesta, Jesús, se paró y clamó, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
39 (Pero esto habló del Espíritu que recibirían los que creyeran en Él; porque el Santo Espíritu aún no estaba, por cuanto Jesús todavía no había sido glorificado).
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División entre la gente
40 Por eso, muchos del pueblo, oyendo estas palabras, decían: Verdaderamente éste es el Profeta.
41 Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿Cristo vendrá de Galilea?
42 ¿No dice la Escritura que Cristo viene de la simiente de David, y del pueblo de Belén, donde estaba David?
43 Así que hubo división entre el pueblo a causa de Él.
44 Y algunos de ellos querían prenderlo, pero ninguno puso las manos sobre Él.
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¡Nunca nadie habló así!
45 Entonces vinieron los oficiales a los principales sacerdotes y fariseos, y ellos les dijeron: ¿Por qué no lo trajeron?
46 Los oficiales respondieron: ¡Nunca nadie habló como este hombre!
47 Entonces los fariseos les respondieron: También ustedes planaó?
48 ¿Alguno de los gobernantes o de los fariseos creyeron en Él?
49 Pero este pueblo que no conoce la ley maldito es.
50 Nicodemo les dice, (vino a Jesús de noche, siendo uno de ellos,)
51 ¿Juzga nuestra ley al hombre, antes de oírlo y saber qué hizo?
52 Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también de Galilea? Busca y mira, porque de Galilea no se levantó profeta.
53 Y cada uno se fue a su casa.
8
La mujer adúltera
1 Y Jesús se fue al monte de los Olivos.
2 Y temprano por la mañana vino otra vez al templo, y todo el pueblo vino a Él; y sentándose, les enseñaba.
3 Y los escribas y fariseos le trajeron una mujer aprehendida en adulterio; y poniéndola en medio,
4 Le dijeron: Maestro, esta mujer fue aprehendida en adulterio, en el mismo acto.
5 Y, Moisés en la ley nos mandó que tales sean apedreados; pero ¿qué dices tú?
6 Pero esto decían tentándolo, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó abajo, y con el dedo escribía en el suelo, como si nada.
7 Pero como continuaron preguntándole, se levantó y les dijo: El que esté sin pecado entre ustedes, arroje primero la piedra contra ella.
8 Y otra vez se inclinó, y escribió en tierra.
9 Y los que lo oyeron, reprendidos por la conciencia, salieron uno a uno, comenzando desde el mayor hasta el último; y Jesús quedó solo, y la mujer estaba en medio.
10 Cuando Jesús se levantó y no vio a nadie más que a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están esos, tus acusadores? ¿ninguno te katakríno?
11 Más ella dijo: Ninguno, Señor. Y Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
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Jesús, la luz del mundo
12 Entonces Jesús les habló otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo; El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
13 Entonces los fariseos le dijeron: Tú testificas de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.
14 Jesús respondió y les dijo: Aunque yo testifico de mí mismo, mi testimonio es verdadero; porque yo sé de dónde vengo y adónde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo y adónde voy.
15 Ustedes kríno según la carne; yo no juzgo a nadie.
16 Y además, si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no estoy solo, sino yo y el Padre que me envió.
17 También está escrito en su ley, que el testimonio de dos hombres es verdadero.
18 Yo soy el que testifico de mí mismo, y El Padre que me envió testifica de mí.
19 Entonces le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Jesús respondió: No me conocen, ni a mi Padre; si me conocieran, conocerían también a mi Padre.
20 Estas palabras habló Jesús en el tesoro, enseñando en el templo; y nadie lo prendió, porque su hora todavía no había llegado.
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Ustedes no pueden seguirme
21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Yo me voy, y me buscarán, y morirán en sus pecados; adonde yo voy, ustedes no pueden venir.
22 Entonces dijeron los judíos: ¿Se matará a sí mismo? porque dice: Adonde yo voy, ustedes no pueden venir.
23 Y les dijo: Ustedes son de abajo; yo soy de arriba; ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo.
24 Por tanto, dije a ustedes que morirán en sus pecados: Porque si no creen que Yo soy, morirán en sus pecados.
25 Entonces le dijeron: ¿Quién eres tú? Y Jesús les dijo: Lo mismo que les dije desde el principio.
26 Tengo mucho que decir y krino de ustedes; pero El que me envió es verdadero; y yo hablo al mundo las cosas que oí de Él.
27 No entendieron que les hablaba del Padre.
28 Entonces Jesús les dijo: Cuando levanten al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo soy, y que no hago nada por mí mismo, sino que como mi Padre me enseñó, hablo estas cosas.
29 Y El que me envió está conmigo: El Padre no me dejó solo, porque yo hago siempre lo que le agrada.
30 Hablando Él estas cosas, muchos creyeron en Él.
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La verdad los hace libres
31 Entonces dijo Jesús a los judíos que creyeron en Él: Si ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos;
32 Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
33 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y nunca fuimos esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Serán libres?
34 Jesús les contestó: Amén, amén les digo: El que hace pecado es esclavo del pecado.
35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; El hijo sí queda para siempre.
36 Por tanto, si el Hijo los libera, en verdad serán libres.
37 Yo sé que son simiente de Abraham; pero buscan matarme, porque mi palabra no tiene lugar en ustedes.
38 Yo hablo lo que ví de mi Padre: y ustedes hacen lo que vieron de su padre.
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Hijos del diablo
39 Respondieron y le dijeron: Abraham es nuestro padre. Jesús les dijo: Si fueran hijos de Abraham, ciertamente harían las obras de Abraham.
40 Pero ahora buscan matarme, a mí, un hombre que les dijo la verdad, cual oí de Dios: esto no hizo Abraham.
41 Ustedes hacen las obras de su padre. Entonces ellos le dijeron: Nosotros no nacimos de fornicación; tenemos un Padre, Dios.
42 Jesús les dijo: Si Dios fuera su Padre, ciertamente me amarían; porque yo salí y vine de Dios; ni vine de mí mismo, sino que Él me envió.
43 ¿Por qué no entienden mi lenguaje? porque no pueden oír mi palabra.
44 Ustedes son de su padre el diablo, y la epithumia de su padre quieren hacer. Fue homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de sí mismo habla; porque es falsificador, y el padre de ello.
45 Y porque les digo la verdad, no me creen.
46 ¿Quién de ustedes me convence de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué ustedes no me creen?
47 Siendo de Dios escuchan las palabras de Dios: por eso ustedes no las escuchan, porque no son de Dios.
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Jesús: sin principio de días
48 Entonces respondieron los judíos y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros que tú eres samaritano y tienes demonio?
49 Jesús respondió: No tengo demonio, sino que honro a mi Padre, y ustedes me deshonran.
50 Y yo no busco mi propia gloria: hay uno que busca y juzga.
51 Amén, amén les digo: Si alguno guarda mi palabra, nunca en la eternidad verá la muerte.
52 Entonces los judíos le dijeron: Ahora sabemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú dices: Si alguno guarda mi palabra, nunca en la eternidad probará la muerte.
53 ¿Eres tú mayor que nuestro padre Abraham, que está muerto? y los profetas que están muertos: ¿quién te haces a ti mismo?
54 Jesús respondió: Si yo me honro a mí mismo, mi honra no es nada: es mi Padre quien me honra; de quien dicen ustedes que es su Dios:
55 Además ustedes no lo conocen, pero yo lo conozco; y si yo dijera que no lo conozco, sería un mentiroso como ustedes; pero yo lo conozco y guardo su palabra.
56 Su padre Abraham se regocijó por ver mi día: y lo vio, y se alegró.
57 Entonces los judíos le dijeron: Todavía no tienes cincuenta años, ¿y viste a Abraham?
58 Jesús les dijo: Amén, amén les digo: Antes que Abraham fuese, Yo Soy.
59 Entonces tomaron piedras para arrojárselas; pero Jesús se ocultó y salió del templo, pasando por en medio de ellos, y así pasó.
9
Jesús sana a un ciego de nacimiento
1 Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento.
2 Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: rhabbí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para nacer ciego?
3 Jesús respondió: Ni éste pecó, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en Él.
4 Yo debo realizar las obras Del que me envió, mientras es de día: viene la noche, cuando nadie puede trabajar.
5 Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
6 Hablando estas cosas, escupió en tierra, e hizo barro de la saliva, y ungió los ojos del ciego con el barro,
7 Y le dijo: Ve, lávate en el estanque de Siloé, (que es por interpretación, Enviado.) Se fue, entonces, y se lavó, y regresó viendo.
8 Entonces los vecinos, y los que antes lo vieron que era ciego, dijeron: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba?
9 Algunos decían: Este es; otros decían: Es parecido a él; él decía: Yo soy.
10 Por eso le dijeron: ¿Cómo se abrieron tus ojos?
11 Él respondió y dijo: Un hombre llamado Iésous hizo barro, y ungió mis ojos, y me dijo: Ve al estanque de Siloé, y lávate; y fui y me lavé, y recibí la vista.
12 Entonces le dijeron: ¿Dónde está Él? dijo: No lo sé.
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Los fariseos interrogan al ciego sanado
13 Llevaron a los fariseos al que antes fue ciego.
14 Y era sábado cuando Jesús hizo el barro, y abrió sus ojos.
15 Y de nuevo los fariseos también le preguntaron cómo recibió la vista, y Él les dijo: Puso barro en mis ojos, y me lavé, y veo.
16 Por eso dijeron algunos de los fariseos: Este hombre no es de Dios, porque no guarda el sábado. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales milagros? Y hubo división entre ellos.
17 Dijeron otra vez al ciego: ¿Qué dices tú de Él, que abrió tus ojos? Y el dijo: Es profeta.
18 Pero los judíos no creyeron acerca de él, que estaba ciego y recibió la vista, hasta que llamaron a los padres del que recibió la vista.
19 Y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste su hijo, que ustedes dicen que nació ciego? ¿cómo, entonces, ve ahora?
20 Sus padres les respondieron y dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego:
21 Pero cómo ve ahora, no sabemos; o quién abrió sus ojos, no sabemos: él tiene edad; pregúntenle: él hablará por sí mismo.
22 Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos; porque los judíos ya habían acordado que si alguno confesaba que Él era Cristo, sería expulsado de la sinagoga.
23 Por eso dijeron sus padres: Tiene edad; pregúntenle.
24 Y otra vez, volvieron a llamar al hombre que fue ciego, y le dijeron: Da dóxa a Dios: nosotros sabemos que este hombre es pecador.
25 El respondió entonces y dijo: Si es pecador, no lo sé; lo único que sé es que, siendo ciego, ahora veo.
26 Entonces le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?
27 Les respondió: Ya se los dije, y no oyeron: ¿por qué quieren oírlo otra vez? ¿no será que ustedes quieren también ser sus discípulos?
28 Entonces lo injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros somos discípulos de Moisés.
29 Nosotros sabemos que Dios habló a Moisés; y éste, no sabemos de dónde sea.
30 El hombre respondió y les dijo: De hecho, esto es lo maravilloso, que ustedes no saben de dónde es, y me abrió los ojos.
31 Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es respetuoso con Dios y hace su voluntad, a ése oye.
32 Desde aión no se escuchó que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento.
33 Si Él no fuera de Dios, nada podría hacer.
34 Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecados, ¿y tú nos enseñas? Y lo echaron fuera.
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Ceguera espiritual
35 Jesús oyó que lo echaron fuera; y cuando lo encontró, le dijo: ¿Tú crees en el Hijo de Dios?
36 Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en Él?
37 Y Jesús le dijo: Ya lo viste, y es el que habla contigo.
38 Y Él dijo: Señor, yo creo. Y lo adoró.
39 Y Jesús dijo: Para juicio yo vine a este mundo, para que los que no ven, vean; y los que ven, sean cegados.
40 Y de los fariseos que estaban con Él oyeron estas palabras, y le dijeron: ¿Somos ciegos también nosotros?
41 Jesús les dijo: Si fueran ciegos, no tendrían hamartía; pero ahora dicen: Vemos; por lo tanto, su pecado permanece.
10
Parábola del redil
1 Amén, amén les digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es kleptés y léstés.
2 Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.
3 A él, el portero abre; y las ovejas oyen su voz; y llama a sus ovejas por nombre, y las conduce.
4 Y cuando saca a sus ovejas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.
5 Y a un extraño no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
6 Esta parábola les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.
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Jesús, el buen pastor
7 Entonces Jesús les dijo otra vez: Amén, amén les digo: Que Yo Soy la puerta de las ovejas.
8 Todos los que vinieron antes de mí son ladrones y asaltantes; pero las ovejas no los oyeron.
9 Yo soy la puerta; si alguno entra por mí, será salvo, y entrará y saldrá, y hallará pastos.
10 El ladrón no viene sino para kleptó , y matar, y destruir: yo vine para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
11 Yo soy el buen pastor: el kálos pastor da su vida por las ovejas.
12 Pero el empleado, y no el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo, y deja las ovejas, y escapa; y el lobo las arrebata, y dispersa las ovejas.
13 El asalariado escapa, porque es asalariado, y no cuida de las ovejas.
14 Yo soy el buen pastor, y conozco lo mío, y saben de mí.
15 Como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y doy mi vida por las ovejas.
16 Y tengo otras ovejas que no son de este redil; Y a ésas Yo debo traer, y oirán mi voz; y habrá un redil, y un pastor.
17 Por eso mi Padre me ama, porque yo doy mi vida, para volverla a tomar.
18 Nadie me la quita, sino que yo la doy por mí mismo. Tengo poder para darla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
19 Y otra vez hubo división entre los judíos por estas palabras.
20 Y muchos de ellos dijeron: Tiene demonio y está loco; ¿por qué lo escuchan?
21 Otros decían: Estas no son palabras de endemoniado. ¿Puede un demonio abrir los ojos de los ciegos?
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Los judíos rechazan a Jesús
22 Y era en Jerusalén la fiesta de la dedicación, y era invierno.
23 Y Jesús caminaba en el templo en el pórtico de Salomón.
24 Entonces los judíos lo rodearon y le dijeron: ¿Hasta cuándo tomarás nuestra alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo claramente.
25 Jesús les respondió: Se los dije, y no creyeron: las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas testifican de mí.
26 Pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas, como les dije.
27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen:
28 Y yo les doy vida eterna; y nunca jamás perecerán, ni nadie las arrebatará de mi mano.
29 Mi Padre, que me las dio, es Elder que todos; y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre.
30 Yo y El Padre somos uno.
31 Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearlo.
32 Jesús les respondió: Muchas buenas obras les mostré de mi Padre; ¿por cuál de esas obras me apedrean?
33 Los judíos le respondieron, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
34 Jesús les respondió: ¿No está escrito en su ley: Yo dije: son dioses?
35 Si los llamó dioses, a quienes vino la palabra de Dios, y la Escritura no puede ser quebrantada;
36 ¿Dicen ustedes, a quien el Padre santificó y envió al mundo: Tú blasfemas, porque dije: Yo soy Hijo de Dios?
37 Si no hago las obras de mi Padre, no me crean.
38 Pero si las hago, aunque no me crean, crean a las obras; para saber y creer que El Padre está en mí, y yo en Él.
39 Entonces, de nuevo procuraron prenderlo; pero escapó de sus manos,
40 y se fue otra vez al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado al principio; y ahí se quedó.
41 Y muchos vinieron a Él, y dijeron: Juan no hizo milagros; pero todo lo que Juan dijo de este, era verdad.
42 Y ahí, muchos creyeron en Él.
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11
Muerte de Lázaro
1 Y un tal Lázaro estaba enfermo, de Betania, la ciudad de María y de su hermana Marta.
2 (Y era María, que ungió al Señor con ungüento, y limpió sus pies con sus cabellos, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo).
3 Entonces sus hermanas enviaron a decirle: Señor, mira, el que amas está enfermo.
4 Cuando Jesús escuchó, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
5 Y Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
6 Entonces, cuando oyó que estaba enfermo, permaneció aún dos días en el mismo lugar donde estaba.
7 Luego, después de esto, dijo a sus discípulos: Vamos otra vez a Judea.
8 Los discípulos le dijeron: Maestro, los judíos últimamente procuraban apedrearte; ¿y vas allá otra vez?
9 Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? Si alguno peripatéo de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo.
10 Pero si alguno camina de noche, tropieza, porque no está la luz en él.
11 Dijo estas cosas, y después de esto les dijo: Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy, para despertarlo del sueño.
12 Entonces dijeron sus discípulos: Señor, si duerme, sanará.
13 Aunque Jesús hablaba de su muerte, pero ellos pensaron que hablaba de descansar en sueño.
14 Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro está muerto.
15 Y chairó por ustedes que no estuvieran ahí, para que crean; sin embargo, vayamos a él.
16 Entonces dijo Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para morir con él.
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Jesús, la resurrección y la vida
17 Entonces, al llegar Jesús, encontró que tenía ya cuatro días en la tumba.
18 Y Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios de distancia:
19 Y muchos de los judíos vinieron a Marta y a María, para confortarlas por su hermano.
20 Entonces Marta, en cuanto oyó que Jesús venía, salió a recibirlo; pero María se sentó en la casa.
21 Entonces Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
22 Pero sé que aún ahora, todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
23 Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el último día.
25 Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá:
26 Y todo aquel que vive y cree en mí, nunca jamás morirá. ¿Crees esto?
27 Le dice: Sí, Señor: Creo que tú eres El Cristo, El Hijo de Dios que vino al mundo.
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Jesús indignado ante la tumba de Lázaro
28 Y diciendo esto, salió y llamó a su hermana María en secreto, diciendo: El Maestro vino y te llama.
29 En cuanto ella lo oyó, se levantó rápidamente y vino a Él.
30 Y Jesús todavía no había ido a la ciudad, sino que estaba en el lugar donde Marta lo encontró.
31 Entonces los judíos que estaban con ella en la casa, y la consolaban, al ver a María que se levantó rápidamente y salió, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar ahí.
32 Cuando María llegó donde estaba Jesús, lo vio, postrándose a sus pies le dijo: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
33 Entonces cuando Jesús la vio llorando, y a los judíos que la acompañaban llorando, embrimaomai en el espíritu, y se molestó,
34 y dijo: ¿Dónde lo pusieron? Ellos le dijeron: Señor, ven y mira.
35 Jesús lloró.
36 Entonces dijeron los judíos: ¡Miren cómo lo amaba!
37 Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos a los ciegos, hacer también que éste no muriera?
Resurrección de Lázaro
38 Entonces Jesús, otra vez indignado en sí mismo, vino a la tumba. Y era una cueva, y una piedra yacía sobre ella.
39 Jesús dijo: airó la piedra. Marta, la hermana del que murió, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.
40 Jesús le dijo: ¿No te dije que, si crees, verás la gloria de Dios?
41 Entonces quitaron la piedra donde estaba puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos, dijo: Padre, le agradezco que me oyó.
42 Y yo sabía que siempre me oye; pero lo dije por causa del pueblo que está alrededor, para que crean que usted me envió.
43 Y hablando estas cosas, clamó a gran voz: Lázaro, ven fuera!
44 Y el que estaba muerto salió, atado de pies y manos con vendas; y su rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desátenlo y déjenlo ir.
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El complot para matar a Jesús
mt 26.1 mc 14.1 lc 22.1
45 Entonces muchos de los judíos que vinieron a María, y vieron lo que Jesús hizo, creyeron en Él.
46 Pero algunos de ellos fueron a los pharisaíos, y les contaron lo que Jesús hizo.
47 Entonces reunidos en consejo los sumos sacerdotes y los fariseos, dijeron: ¿Qué hacemos? porque este hombre hace muchos milagros.
48 Si lo dejamos así, todos creerán en Él; y vendrán los romanos y tomarán aún, nuestro lugar y nación.
49 Y uno de ellos, un tal Caifás, siendo sumo sacerdote ese mismo año, les dijo: Ustedes no saben nada,
50 No consideran que es mejor para nosotros que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación sea destruida.
51 Pero esto no lo dijo por sí mismo, sino que siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús moriría por éthnos;
52 Y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos dispersos de Dios.
53 Entonces, desde ese día planificaban con el fin de matarlo.
54 Por tanto, Jesús, ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se fue de ahí a una tierra cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y ahí se quedó con sus discípulos.
55 Y la pascua de los judíos estaba cerca; y muchos salieron de la región hacia Jerusalén antes de la pascua, para purificarse.
56 Entonces buscaban a Jesús, y hablaban entre sí, estando en el templo: ¿Qué piensan ustedes?, ¿Por qué no vendrá a la fiesta?
57 Y tanto los sumos sacerdotes como los fariseos dieron mandamiento de que si alguno sabía dónde estaba, lo manifieste para atraparlo.
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12
Jesús es ungido en Betania
mt 26.6 mc 14.3
1 Entonces Jesús, seis días antes de la Pascua, vino a Betania, donde estaba Lázaro, el que estaba muerto, a quien levantó de entre los nekros.
2 Y ahí le hicieron una cena; y Marta servía; pero Lázaro era uno de los sentados a la mesa con Él.
3 Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo genuino, muy costoso, y ungió los pies de Jesús, y secó sus pies con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del ungüento.
4 Entonces dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote, de Simón, el que lo entregaría,
5 ¿Por qué no se vendió este ungüento por trescientos denarios, y se dio a los pobres?
6 Pero dijo esto, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y tenía la bolsa, y sacaba de lo que se echaba.
7 Entonces dijo Jesús: Déjenla en paz; para el día de mi sepultura guardó esto.
8 Porque a los pobres siempre los tienen con ustedes; pero a mí no siempre me tendrán.
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Matar a Lázaro para que no crean
9 Mucha gente de los judíos sabía entonces que Él estaba ahí; y no venían sólo por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien resucitó de los muertos.
10 Pero los sumos sacerdotes acordaron para matar también a Lázaro;
11 Porque por causa de él muchos de los judíos se apartaron y creyeron en Jesús.
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La entrada triunfal en Jerusalén
mt 21.1 mc 11.1 lc .19.28
12 Al día siguiente, mucha gente fue a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén,
13 Tomaron ramas de palmeras, salieron a su encuentro y gritaron: Hosanna: Bendito el Rey de Israel que viene en El nombre del Señor.
14 Y Jesús, encontrando un pequeño asno, se sentó en él, como está escrito,
15 No temas, hija de Sion: Acá tu Rey viene, sentado sobre un pollino de asna.
16 Pero estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces recordaron que estas cosas estaban escritas de Él, y que le hicieron estas cosas.
17 El pueblo, entonces, que estaba con Él cuando llamó a Lázaro de la tumba y lo resucitó de los muertos, testificaba.
18 Por esto también el pueblo salió a su encuentro, porque oyeron que hizo este milagro.
19 Los fariseos, por lo tanto, decían entre sí: ¿Ven cómo no ganan nada? Miren, el mundo se va tras Él!
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Unos griegos buscan a Jesús
20 Y había ciertos griegos entre ellos que subieron a adorar en la fiesta:
21 Y estos vinieron a Felipe, de Betsaida de Galilea, y le pidieron, diciendo: señor, queremos ver a Jesús.
22 Felipe fue y le dijo a Andrés; y otra vez Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús.
23 Y Jesús les respondió, diciendo: Llegó la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado.
24 Amén, amén les digo: Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, este queda solo; pero si muere, da mucho fruto.
25 El que ama su vida, la perderá; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna.
26 Si alguno me sirve, sígame; y donde Yo esté, ahí también estará mi servidor; si alguno me sirve, a ése honrará El Padre.
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Jesús anuncia su muerte
27 Ahora mi alma está turbada; ¿y qué diré? Padre, sálvame de esta hora; pero para esto llegué hasta esta hóra
28 Padre, glorifique su nombre. Entonces vino una voz del cielo: Ya lo glorifiqué y lo glorificaré otra vez.
29 Entonces la gente que estaba ahí y lo oyó, dijo: fue un trueno; otros dijeron: Un ángel le habló.
30 Respondió Jesús y dijo: Esta voz no vino por mí, sino por ustedes.
31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el gobernante de este mundo será ekballo exó.
32 Y yo, si me elevara de la tierra, atraeré a todos hacia mí.
33 Y esto dijo, indicando de qué muerte iba a morir.
34 La gente le respondió: Nosotros oímos por la ley que Cristo permanece para siempre; ¿y cómo dices tú: El Hijo del hombre debe elevarse? ¿quién es este Hijo del hombre?
35 Entonces Jesús les dijo: Todavía un poco de tiempo está la luz con ustedes. Caminen mientras tengan la luz, no sea que la oscuridad venga sobre ustedes; porque el que camina en la oscuridad no sabe adónde va.
36 Mientras tengan la luz, crean en la luz, para que sean hijos de la luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue, y se krypto de ellos.
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Veo y no creo
37 Pero aunque hizo tantos milagros delante de ellos, no creyeron en Él:
38 Para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién creyó a nuestro anuncio? y ¿a quién se reveló el brazo del Señor?
39 Por eso no pudieron creer, porque Isaías dijo además:
40 Cegó sus ojos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, ni entiendan con el corazón, y se conviertan, y Yo los sane.
41 Estas cosas dijo Isaías, cuando vio su gloria, y habló de Él.
42 Y sin embargo, aún también entre los gobernantes muchos creyeron en Él; Pero a causa de los fariseos no lo confesaron, para no ser expulsados de la sinagoga:
43 Porque amaban más la doxa de los hombres que la opinión de Dios.
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Las palabras de Jesús juzgarán a los hombres
44 Y Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en Él que me envió.
45 Y el que me ve, ve al que me envió.
46 Yo, la luz, vine al mundo, para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas.
47 Y si alguno oye mis palabras y no cree, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.
48 El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que yo hablé, ésa lo juzgará en el día final.
49 Porque yo no hablé por mi mismo, sino que el Padre que me envió me dio mandamiento de lo que diría y de lo que hablaría.
50 Y sé que su mandamiento es vida eterna; Lo que yo hablo entonces, como El Padre me dijo, así hablo.
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13
Jesús lava los pies de sus discípulos
1 Y antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que llegó la hora de pasar de este mundo al Padre, amó a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
2 Y terminada la cena, el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, de Simón, que lo entregara;
3 Sabiendo Jesús que el Padre le dio todas las cosas en sus manos, y que vino de Dios, y a Dios iba;
4 Se levantó de la cena, se despojó de su manto, tomó una toalla y la extendió sobre si.
5 Después echó agua en un cuenco, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a secárselos con la toalla que llevaba ceñida.
6 Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿Tú me lavas los pies?
7 Jesús respondió y le dijo: Lo que yo hago, tú ahora no lo entiendes; pero lo entenderás después de estas cosas.
8 Pedro le dijo: Nunca jamás lavarás mis pies. Jesús le respondió: Si no te lavo, no tienes parte conmigo.
9 Petros le dijo: Señor, no sólo mis pies, sino también mis manos y mi cabeza.
10 Jesús le dijo: El lavado no tiene necesidad, sino de lavarse los pies, porque está completamente limpio; y ustedes están limpios, aunque no todos.
11 Porque sabía quién lo iba a traicionar; por eso dijo: No todos están limpios.
12 Entonces, después de lavarles los pies, y tomando su manto, se sentó otra vez, diciéndoles: ¿Saben lo que les hice?
13 Me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy.
14 Entonces, si yo, su Señor y Maestro, lavé sus pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.
15 Porque les di ejemplo, para que hagan así, como yo hice con ustedes.
16 Amén, amén les digo: El siervo no es mayor que su señor; ni el enviado mayor que el que lo envió.
17 Si saben estas cosas, makarios serán si las hacen.
18 No hablo de todos ustedes: yo sé a quienes elegí; pero para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó su talón contra mí.
19 Desde ahora se los digo antes de que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy.
20 Amén, amén les digo: El que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe al que me envió.
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Jesús anuncia la traición de Judas
mt 26.20 mc 14.17 lc 22.21
21 Diciendo estas cosas, Jesús se turbó en Pneúma, y testificó, y dijo: Amén, amén les digo, que uno de ustedes me entregará.
22 Entonces los discípulos se miraron unos a otros, dudando de quién hablaba.
23 Y estaba recostado en el pecho de Jesús uno de sus discípulos, a quien Jesús amaba.
24 Simón Pedro, entonces, le hizo señas para que preguntara quién era aquel de quien hablaba.
25 Entonces él, recostado sobre el pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es?
26 Respondió Jesús: Es ése, a quien yo daré pan mojado. Y mojando el pan, se lo dio a Judas Iscariote, de Simón.
27 Y después del bocado entró satanás en el. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo rápido.
28 Y ninguno de los que estaban a la mesa sabía para qué le decía esto.
29 Porque algunos pensaron, porque Judas tenía la bolsa, que Jesús le dijo: Compra lo que nos haga falta para la fiesta; o que diera algo a los pobres.
30 Entonces él, recibiendo el pan, salió inmediatamente; y era de noche.
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El nuevo mandamiento
31 Por tanto, cuando salió, Jesús dijo: Ahora el Hijo del hombre es glorificado, y Dios es glorificado en Él.
32 Si Dios es glorificado en Él, Dios también lo glorificará en sí mismo, y en seguida lo glorificará.
33 Teknion, todavía un poco de tiempo estoy con ustedes. Me buscaran; y como dije a los judíos: Adonde yo voy, ustedes no pueden venir; así ahora digo a ustedes.
34 Les doy un nuevo mandamiento: Que se amen unos a otros; Como yo los amé a ustedes, que ustedes también se amen unos a otros.
35 En esto conocerán todos que son mis discípulos, si tienen amor unos a otros.
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Jesús anuncia la negación de Pedro
mt 26.31 mc 14.27 lc 22.31
36 Simón Pedro le dijo: Señor, ¿adónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, ahora no puedes seguirme; pero me seguirás después.
37 Pétros le dijo: Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti.
38 Le respondió Jesús: ¿Darás tu vida por mí? Amén, amén te digo, el gallo no cantará hasta que me niegues tres veces.
14
Jesús, el único camino al Padre
1 No se turbe su corazón: creen en Dios, crean también en mí.
2 En la casa de mi Padre hay muchas mansiones: si no, se los diría. Voy a preparar lugar para ustedes.
3 Y si voy y preparo lugar para ustedes, vendré otra vez y los recibiré a mí mismo, para que donde yo esté, ustedes también estén.
4 Y saben a dónde yo voy, y saben el camino.
5 Tomás le dijo: Señor, no sabemos adónde vas; ¿y cómo podemos saber el camino?
6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
7 Si me conocieran, también a mi Padre conocerían; y desde ahora lo conocen a Él, y lo vieron.
8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta.
9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo estuve con ustedes, y no me conociste Felipe? El que me vio, vio al Padre; ¿cómo, entonces, dices tú: Muéstranos al Padre?
10 ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo les hablo no las hablo de mí mismo, sino que el Padre que vive en mí, Él hace las obras.
11 Créanme que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí; sino, créanme a través de las obras.
12 Amén, amén les digo: El que cree en mí, las obras que yo hago, él también las hará; y mayores que éstas hará, porque yo voy a mi Padre.
13 Y todo lo que pidan en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
14 Si piden algo en mi nombre, yo lo haré.
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La promesa del Santo Espíritu
15 Si me aman, guarden mis mandamientos.
16 Y yo rogaré al Padre, y les dará otro ParáklÄ“tos, para que esté con ustedes para siempre;
17 El Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve, ni lo conoce; pero ustedes lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes.
18 No los dejaré orphanós: Vendré a ustedes.
19 Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero ustedes me ven: porque yo vivo, ustedes también vivirán.
20 En aquel día conocerán que yo estoy en mi Padre, y ustedes en mí, y yo en ustedes.
21 El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo le amaré y me emphanizó a él.
22 Judas le dijo, no Iscariote: Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros y no al mundo?
23 Respondió Jesús y le dijo: Si alguno me ama, guardará mis palabras; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.
24 El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.
25 Estas cosas les hablé, estando con ustedes.
26 Pero el ParáklÄ“tos, El Santo Espíritu, a quien el Padre enviará en mi nombre, Él les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que yo les dije.
27 La paz les dejo, mi eiréné les doy: doy a ustedes, no como el mundo da. Su corazón no se turbe, ni tenga miedo.
28 Oyeron cómo les dije: Voy, y vuelvo a ustedes. Si me amaran, se alegrarían, porque dije: Voy al Padre; porque mi Padre es mayor que Yo.
29 Y ahora se lo dije antes de que suceda, para que, cuando suceda, crean.
30 Ya no hablaré mucho con ustedes; porque viene el gobernante de este mundo, y no tiene nada en mí.
31 Sino para que el mundo conozca que amo al Padre; y como el Padre me encargó, así hago. Levántense, vámonos de aquí.
15
Jesús, la viña verdadera
1 Yo soy la verdadera viña, y mi Padre es el labrador.
2 Toda rama que en mí no da fruto, Él la saca; y toda la que da fruto, Él la limpiará, para que dé más fruto.
3 Ahora ustedes están limpios por la palabra que les hablé.
4 Permanezcan en mí, y yo en ustedes. Como la rama no puede dar fruto por sí misma, si no permanece en la viña, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
5 Yo soy la viña, ustedes las ramas: El que permanece en mí, y Yo en él, ése da mucho fruto; porque sin mí no pueden hacer nada.
6 Si alguno no permanece en mí, es como la rama que se tira afuera, y se seca; y las juntan y las echan en el fuego, y arden.
7 Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y les será hecho.
8 En esto mi Padre es glorificado, en que lleven mucho fruto; así serán mis discípulos.
9 Como el Padre me amó, así yo los amé a ustedes: permanezcan en mi amor.
10 Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor; así como yo guardo los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
11 Estas cosas les hablé, para que mi alegría permanezca en ustedes, y que su alegría se pléroó.
12 Este es mi entolé: Que se amen los unos a los otros, como yo los amo.
13 Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
14 Ustedes son mis amigos, si hacen todo lo que yo les mando.
15 Ya no les diré siervos, porque el siervo no sabe lo que su señor hace, sino que les diré amigos, porque todo lo que oí de mi Padre se los di a conocer.
16 Ustedes no me eligieron a mí, sino que yo los elegí a ustedes y los establecí para que ustedes vayan y den fruto, y que su fruto permanezca; Para que todo lo que pidan al Padre en mi nombre, se los conceda.
17 Esto les mando: que se amen unos a otros.
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El mundo los odiará
18 Si el mundo miseó, sepan que me odió a mí antes que a ustedes.
19 Si fueran del mundo, el mundo ciertamente amaría lo suyo; pero porque no son del mundo, sino que Yo los elegí del mundo, por eso el mundo los odia.
20 Recuerden la palabra que les dije: El siervo no es mayor que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si guardaron mi palabra, también guardarán la suya.
21 Pero todas estas cosas les harán a ustedes por causa de mi nombre, porque no conocen Al que me envió.
22 Si no viniera y les hablara, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado.
23 El que me odia, odia también a mi Padre.
24 Si yo no hiciera entre ellos las obras que ningún otro hizo, no tendrían pecado; pero ahora también vieron y me odiaron a mí y también a mi Padre.
25 Pero, para que se cumpla la palabra escrita en su ley: Me odiaron dórean.
26 Y cuando venga el Confortador, a quien Yo enviaré a ustedes desde el Padre, El Espíritu de verdad, Quien viene del Padre, El dará testimonio de mí:
27 Y ustedes también darán testimonio, porque estuvieron conmigo desde el principio.
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16
1 Estas cosas les hablé para que no se escandalicen.
2 Los expulsarán de las sinagogas; Sí, vendrá la hóra en que cualquiera que los mate, pensará que hace servicio a Dios.
3 Y les harán estas cosas, porque no conocieron al Padre ni a mí.
4 Pero estas cosas les digo, para que cuando llegue la hóra, recuerden que yo les hablé de ellas. Y estas cosas no se las dije al principio, porque estaba con ustedes.
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La obra del Santo Espíritu
5 Pero ahora voy Al que me envió; y ninguno de ustedes me pregunta: ¿Adónde vas?
6 Pero porque les dije estas cosas, tristeza llenó su corazón.
7 Sin embargo, les digo la verdad: Les conviene que yo me vaya; porque si no me voy, Paraklétos no vendrá a ustedes; pero si me voy, se los enviaré.
8 Y cuando Él venga, elegchó al kósmos de hamartía, de dikaiosuné y krísis:
9 Del pecado, ciertamente, porque no creen en mí;
10 De justicia, porque voy a mi Padre, y no me verán más;
11 Y de juicio, porque el gobernante de este mundo es kríno.
12 Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ahora no pueden soportarlas.
13 Y cuando venga el Pneuma de verdad, Él los guiará a toda alétheia; porque no hablará por si mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y les anaggelló lo que vendrá.
14 Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y se lo declarará a ustedes.
15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío y se los declarará.
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La tristeza se convertirá en alegría
16 Un poco, y no me verán; y otra vez, un poco, y me verán, porque Yo voy al Padre.
17 Entonces, de sus discípulos, dijeron entre sí: ¿Qué es esto que nos dice: Un poco, y no me verán; y otra vez, un poco, y me verán; y, Porque Yo voy al Padre?
18 Entonces dijeron: ¿Qué es esto que dice: Un poco? No sabemos lo que dice.
19 Y sabiendo Jesús que querían preguntarle, les dijo: Preguntan entre ustedes acerca de lo que dije: Un poco, y no me verán; y otra vez: Un poco, y me verán?
20 Amén amén les digo, que llorarán y lamentarán, pero el mundo se alegrará; y estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría.
21 La mujer cuando da a luz tiene dolor, porque llegó su hora; pero tan pronto como da a luz, no se acuerda más de la angustia, por la alegría de que un hombre nació en el mundo.
22 Y ustedes, ahora también tienen tristeza; pero los veré otra vez, y su corazón se alegrará, y nadie arrancará la alegría de ustedes.
23 Y en ese día no me preguntarán nada. Amén amén les digo: Todo lo que pidan al Padre en mi nombre, se los dará.
24 Hasta ahora nada pidieron en mi nombre: pidan y recibirán, para que su alegría sea pléroó.
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Yo vencí al mundo
25 Estas cosas les hablé en proverbios; pero viene el tiempo en que no les hablaré más en paroimia, sino que les declararé abiertamente sobre El Padre.
26 En ese día pedirán en mi nombre; y no les digo que Yo rogaré al Padre por ustedes:
27 Porque el Padre mismo los ama, porque ustedes me amaron y creyeron que yo salí de Dios.
28 Salí del Padre, y vine al mundo: otra vez dejo el mundo, y voy al Padre.
29 Sus discípulos le dijeron: Acá, ahora, hablas claramente y no dices proverbios.
30 Ahora estamos seguros de que lo sabes todo, y no tienes necesidad que nadie te pregunte; por esto creemos que vienes de Dios.
31 Jesús les respondió: ¿Ahora creen?
32 Acá, llega la hora; Sí, ya llega, que ustedes se dispersarán, cada uno por su lado, y me dejarán solo; Pero yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
33 Estas cosas les hablo para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán thlipsis; pero tharseó; yo nikaó al mundo.
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17
Jesús ora por sus discípulos
1 Estas cosas habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, llegó la hora; glorifique a su Hijo, para que también su Hijo lo glorifique a usted:
2 Como le dio poder sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le dio.
3 Y esta es la vida eterna: que lo conozcan a usted, El único Dios verdadero, y a Jesús, el Cristo, a quien envió.
4 Yo lo glorifiqué en la tierra; teleioó la obra que me dio para hacer.
5 Y ahora, Padre, glorifíqueme con usted, con la gloria que tuve con usted antes que el mundo fuese.
6 Manifesté su nombre a los hombres que me dio del mundo: suyos eran, y me los dio; y guardaron su palabra.
7 Ahora conocen que todo lo que me dio es suyo.
8 Porque les di las palabras que usted me dio; y ellos las recibieron, y conocieron ciertamente que vine de usted, y creyeron que usted me envió.
9 Yo ruego por ellos: No ruego por el mundo, sino por los que me dio, porque son suyos.
10 Y todos lo mío es suyo, y lo suyo es mío; y soy glorificado en ellos.
11 Y ya no estoy más en el mundo, sino que éstos están en el mundo, y yo voy a usted. Santo Padre, téreó en tu nombre a los que me dio, para que sean uno, como nosotros.
12 Mientras estuve con ellos en el mundo, los guardé en su nombre; a los que me dio, los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de apóleia; para que la Escritura se cumpla.
13 Y ahora voy a usted; y estas cosas hablo en el mundo, para que tengan mi alegría completa en sí mismos.
14 Yo les dí su palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo.
15 No ruego que los saque del mundo, sino que los guarde del mal.
16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
17 Hagiazó por tu verdad: tu palabra es verdad.
18 Como me envió al mundo, también Yo los envío al mundo.
19 Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados por medio de la verdad.
20 Y no ruego sólo por éstos, sino también por los que creerán en mí por la palabra de ellos;
21 Para que todos sean uno; como usted, Padre, en mí, y yo en usted, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que usted me envió.
22 Y la gloria que me dio, yo les dí, para que sean uno, así como nosotros somos uno:
23 Yo en ellos, y usted en mí, para que sean teleioó en uno; y para que el mundo conozca que usted me envió, y que los ama a ellos como me ama a mí.
24 Padre, aquéllos que me dio quiero también que estén conmigo donde yo estoy, para que contemplen mi gloria, la cual me dio; porque me ama desde antes de la fundación del mundo.
25 Díkaios Padre, y el mundo no lo conoció; pero yo lo conocí, y éstos conocieron que usted me envió.
26 Y les declaré su nombre, y gnórizó: para que el amor con que me ama esté en ellos, y yo en ellos.
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18
Arresto de Jesús
mt 26.47 mc 14.43 lc 22.47
1 Habladas estas cosas, salió Jesús con sus discípulos por el torrente Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró Él y sus discípulos.
2 Y Judas también, el que lo traicionó, conocía el lugar, porque Jesús frecuentaba ese lugar con sus discípulos.
3 Judas entonces, recibiendo una cuadrilla de hombres y oficiales de parte de los sumos sacerdotes y fariseos, fue ahí con linternas y antorchas y armas.
4 Jesús, entonces, sabiendo todo lo que vendría sobre Él, salió y les dijo: ¿A quién buscan?
5 Ellos le respondieron: A Jesús de Nazaret. Jesús les dijo: Yo soy. Y también Judas, el que lo traicionó, estaba con ellos.
6 En cuanto les dijo: Yo soy, retrocedieron y cayeron al suelo.
7 Entonces les preguntó otra vez: ¿A quién buscan? Y ellos dijeron: A Jesús de Nazaret.
8 Jesús respondió: Les dije que Yo soy; por lo tanto, si me buscan, dejen que éstos se vayan:
9 Para que se cumpliera la palabra que dijo: De los que me diste, no perdí a ninguno.
10 Entonces Simón Pedro, teniendo una espada, la desenvainó e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le amputó la oreja derecha. El nombre del siervo era Malco.
11 Entonces Jesús dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que mi Padre me dio, ¿no la beberé?
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Jesús ante el sumo sacerdote
mt 26.57 mc 14.53 lc 22.54
12 Entonces la cuadrilla y el capitán y los oficiales de los judíos tomaron a Jesús, y lo ataron,
13 Y primero lo llevaron a Anás, porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote ese año.
14 Caifás era el que aconsejó a los judíos que era conveniente que un hombre muriese por el pueblo.
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Pedro en el patio de Anás
mt 26.69 mc 14.66 lc 22.55
15 Y Simón Pedro siguió a Jesús, y otro discípulo; y éste era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote.
16 Pero Pedro se quedó fuera a la puerta. Entonces salió aquel otro discípulo, que era conocido del sumo sacerdote, y habló a la que guardaba la puerta, e hizo entrar a Pedro.
17 Entonces la joven que guardaba la puerta dijo a Pedro: ¿No eres tú también uno de los discípulos de este hombre? El dijo: No lo soy.
18 Y estaban ahí los sirvientes y los oficiales, que hicieron un fuego de brasas, porque hacía frío; y se calentaron; y Pedro estaba con ellos, y se calentaba.
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Anás interroga a Jesús
mt 26.59 mc 14.55 lc 22.66
19 El sumo sacerdote entonces preguntó a Jesús por sus discípulos y por su doctrina.
20 Jesús le respondió: Yo hablé abiertamente al kósmos; yo siempre enseñé en la sinagoga y en el templo, adonde siempre acuden los judíos; y en secreto nada hablé.
21 ¿Por qué me preguntas? pregunta a los que oyeron lo que les dije: Acá, ellos saben lo que yo dije.
22 Y hablando Él estas cosas, uno de los oficiales que estaban cerca golpeó a Jesús con la palma de la mano, diciendo: ¿Respondes así al sumo sacerdote?
23 Jesús le respondió: Si hablé mal, testifica del mal; pero si bien, ¿por qué me golpeas?
24 Anás lo envió atado al sumo sacerdote Caifás.
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Pedro niega a Jesús
mt 26.71 mc 14.69 lc 22.58
25 Y Simón Pedro estaba de pie y calentándose. Entonces le dijeron: ¿No eres tú también de sus discípulos? El lo negó, y dijo: No lo soy.
26 Uno de los servidores del sumo sacerdote, que era pariente de quien Pedro cortó la oreja, dijo: ¿Yo no te vi en el huerto con Él?
27 Pedro entonces negó otra vez: e inmediatamente cantó el gallo.
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Jesús ante Pilato
mt 27.1 mc 15.1 lc 23.1
28 Entonces llevaron a Jesús de Caifás al praitórion; y era temprano; y ellos no entraron en el tribunal, sino para no miainó, para comer la pascua.
29 Pilato entonces salió a ellos, y dijo: ¿Qué acusación traen contra este hombre?
30 Respondieron y le dijeron: Si no fuera un kakopoios, no te lo hubiéramos entregado.
31 Entonces Pilato les dijo: Tómenlo, y júzguenlo conforme a su ley. Entonces los judíos le dijeron: No nos es lícito matar a nadie:
32 Para que se cumpliera la palabra que Jesús habló, indicando de qué muerte iba a morir.
33 Entonces Pilato entró otra vez al praitórion, y llamó a Jesús, y le dijo: ¿Eres tú El Rey de los judíos?
34 Jesús le respondió: ¿Dices esto por ti mismo, u otros te lo dijeron de mí?
35 Pilato respondió: ¿Acaso yo soy judío? Tu propia nación y los sumos sacerdotes te entregaron a mí: ¿qué hiciste?
36 Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que no sea entregado a los judíos; Pero ahora, mi reino no es de acá.
37 Y Pilato le dijo: ¿Entonces Tú eres Rey? Respondió Jesús: Tú dices que soy rey. Para esto nací, y por esto vine al mundo, para testificar la verdad. Todo el que es de la verdad oye mi voz.
38 Pilato le dijo: ¿Qué es la verdad? Y al decir esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: No encuentro falta en Él.
39 Pero ustedes tienen la costumbre que les libere a uno en la pascua: ¿quieren, entonces, que les libere al Rey de los judíos?
40 Entonces gritaron todos otra vez, diciendo: No a éste, sino a Barrabás. Barrabás era un ladrón.
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19
1 Así entonces, Pilato tomó a Jesús y lo azotó.
2 Y los soldados trenzaron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le pusieron un manto de púrpura,
3 Y dijeron: ¡Chairó, Rey de los judíos! y lo golpeaban con la palma de las manos.
4 Pilato, entonces, salió otra vez, y les dijo: Acá se los traigo, para que sepan que no encuentro falta en Él.
5 Entonces salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura; Y les dijo: ¡Miren al hombre!
6 Entonces, cuando el sumo sacerdote y los oficiales lo vieron, gritaron, diciendo: ¡Crucifixión! ¡Crucifixión!, Pilato les dijo: Tómenlo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro falta en Él.
7 Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y por nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios.
8 Entonces Pilato, cuando oyó estas palabras, tuvo más miedo;
9 Y entró otra vez en el tribunal, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres Tú? Pero Jesús no le dio respuesta.
10 Entonces Pilato le dijo: ¿No me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y tengo autoridad para soltarte?
11 Respondió Jesús: No podrías tener ningún poder contra mí, si no te fuera dado de arriba; por eso, el que me entregó a ti, mayor pecado tiene.
12 Desde entonces Pilato trató de soltarlo; pero los judíos gritaban, diciendo: Si lo sueltas, no eres amigo del Kaisar; el que a sí mismo se hace rey, habla contra el Kaisar.
13 Entonces Pilato, oyendo esta palabra, sacó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar llamado el mosaico, pero en hebreo, Gabbatha.
14 Y era la preparación de la Pascua, y como la hora sexta; y dijo a los judíos: ¡Acá su Rey!
15 Pero ellos gritaban: Fuera! Fuera! Crucifícalo! Pilato les dijo: ¿A su Rey voy a crucificar? Los sumo sacerdotes respondieron: No tenemos rey, salvo el César.
16 Así entonces, lo entregó para crucificarlo. Y tomaron a Jesús y se lo llevaron.
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Crucifixión y muerte de Jesús
mt 27.32 mc 15.21 lc 23.26
17 Y llevando su cruz, salió a un lugar llamado kraníon, que es llamado en hebreo Gólgota:
18 En ese lugar lo crucificaron, y a otros dos con Él, uno a cada lado, y Jesús en medio.
19 Y Pilato escribió un título, y lo puso en la cruz. Y lo escrito era:
JESÚS DE NAZARET EL REY DE LOS JUDÍOS.
20 Y muchos judíos leyeron este título, porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad; y estaba escrito en hebreo, griego y latín.
21 Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: No escribas: El Rey de los judíos, sino que dijo: Yo soy el Rey de los judíos.
22 Pilato respondió: Lo que escribí, escribí.
23 Entonces los soldados, cuando crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, a cada soldado una parte; Y la túnica: Pero, la túnica era sin costura, tejida de arriba abajo.
24 Entonces dijeron entre sí: No la schízo, sino echemos suerte por ella, de quién sea; para que la Escritura se cumpla, que dice:
Partieron entre sí mis vestidos, y por mi ropa echaron suerte.
Y así hicieron los soldados.
25 Y estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdaléné.
26 Pero Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, ahí presente, dijo a su madre: ¡Mujer, ahí tu hijo!
27 Entonces dijo al discípulo: Ahí tu madre. Y desde aquella hora aquel discípulo la recibió en su casa.
28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que la Escritura se cumpla, dijo: Tengo sed. Sal 69:21
29 Y estaba puesta una vasija llena de vinagre; y llenaron una esponja de vinagre, la pusieron sobre un hisopo y la acercaron a su boca.
30 Entonces Jesús, habiendo recibido el vinagre, dijo: Teleó; e inclinando la cabeza, entregó el pneúma.
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El costado de Jesús traspasado
31 Los judíos entonces, porque era la preparación, para que los cuerpos no permanecieran sobre la cruz el sabbathón, (porque ese día de reposo era día megas) rogaron a Pilato que les rompieran las piernas, y se los llevaran.
32 Entonces vinieron los soldados, y quebraron las piernas al primero, y al otro que estaba crucificado con Él.
33 Pero al llegar a Jesús y ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas:
34 Pero uno de los soldados perforo su costado con una lanza, e inmediatamente salio sangre y agua.
35 Y el que vio testifica, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad, para que ustedes crean.
36 Porque estas cosas se hicieron, para que la Escritura se cumpla:
Ningún hueso de Él será quebrado.
37 Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
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Jesús es sepultado
mt 27.57 mc 15.42 lc 23.50
38 Y después de esto, José de Arimatea, siendo discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo a los judíos, rogó a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús; Y Pilato se lo permitió. Entonces vino y se llevó el cuerpo de Jesús.
39 Y vino también Nicodemo, el que antes vino a Jesús de noche, trajo una mezcla de mirra y áloes, como de cien libras de peso.
40 Entonces tomaron el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en telas de lino con las especias, como es la costumbre de los judíos al sepultar.
41 Y en el lugar donde fue crucificado había un jardín; y en el jardín un sepulcro nuevo, en el que ninguno había sido puesto.
42 Por tanto, ahí pusieron a Jesús por la preparación de los judíos; porque el sepulcro estaba cerca.
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20
La resurrección
mt 28.1 mc 16.1 lc 24.1
1 El primero de la semana, María Magdalena fue al sepulcro, temprano en la mañana, siendo oscuro todavía, y vio sacada la piedra del sepulcro.
2 Entonces corrió, y vino a Simón Pedro y al otro discípulo, a quienes Jesús amaba, y les dijo: Sacaron al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde lo dejaron.
3 Entonces Pedro salió, y el otro discípulo, y vinieron al sepulcro.
4 Y corrieron los dos juntos; Pero el otro discípulo corrió más que Pedro, y llegó primero al sepulcro.
5 Y agachándose, vio las telas de lino tendidas; pero no entró.
6 Entonces vino Simón Pedro siguiéndolo, y entró en el sepulcro, y vio las telas de lino tendidas,
7 Y el sudario que estaba en su cabeza, no tendido con las telas de lino, sino envuelto en un lugar aparte.
8 Entonces entró también el otro discípulo, que vino primero al sepulcro, y vio, y creyó.
9 Porque no sabían la Escritura, que Él debía resucitar de los muertos.
10 Entonces los discípulos se fueron de nuevo a los suyos.
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Jesús se aparece a María Magdalena
mc 16.9
11 Pero María se quedó fuera, junto al sepulcro, llorando; y mientras lloraba, se inclinó y miró en el sepulcro,
12 Y vio a dos ángeles de blanco sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde estaba el cuerpo de Jesús.
13 Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Ella les dice: Porque se llevaron a mi Señor, y no sé dónde lo dejaron.
14 Y diciendo esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba de pie, y no sabía que era Jesús.
15 Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿a quién buscas? Ella, suponiendo que era el jardinero, le dijo: señor, si tú lo llevaste, dime dónde lo dejaste, y yo lo llevaré.
16 Jesús le dijo: ¡María! Ella se volvió y le dijo: Rhabboni, es decir, Maestro.
17 Jesús le dijo: No me toques, porque todavía no subí a mi Padre; Pero ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a su Padre, y a mi Dios y a su Dios.
18 María Magdalena fue y dijo a los discípulos que había visto al Señor, y habló estas cosas.
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Jesús se aparece a los discípulos
mt 28.16 mc 16.14 lc 24.36
19 Entonces el mismo día, al atardecer, siendo el primero de la semana, cuando las puertas estaban cerradas donde los discípulos estaban reunidos por miedo a los judíos, vino Jesús y se puso en medio, y les dijo: Paz a ustedes.
20 Y diciendo esto, les mostró las manos y su costado. Entonces los discípulos se alegraron al ver al Señor.
21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a ustedes; como mi Padre me envió, así también yo los envío a ustedes.
22 Y diciendo esto, sopló sobre ellos, y les dijo: Reciban El Santo Espíritu.
23 A quienes aphiémi los pecados, son perdonados; y a quienes krateó, son retenidos.
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Incredulidad de Tomás
24 Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
25 Entonces los otros discípulos le dijeron: Vimos al Señor. Pero él les dijo: Si no veo en sus manos la marca de los clavos, y meto mi dedo en la huella de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré.
26 Y ocho días después estaban otra vez dentro sus discípulos, y Tomás con ellos; Vino Jesús, cerradas las puertas, y se puso en medio, y dijo: Paz a ustedes.
27 Entonces dijo a Tomás: Acerca tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas apistos, sino pistos.
28 Y Tomás respondió y le dijo: Mi Señor y mi Dios.
29 Jesús le dijo: Tomás, porque me viste, creíste: Bendito el que no ve y cree.
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El propósito del libro
30 Y verdaderamente muchas otras señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro:
31 Pero éstas están escritas, para que crean que Jesús es el Cristo, El Hijo de Dios; y para que creyendo, tengan vida por su nombre.
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21
Jesús se aparece a siete de sus discípulos
1 Después de estas cosas Jesús se mostró otra vez a los discípulos en el mar de Tiberías; y así se manifestó.
2 Estaban juntos Simón Pedro, y Tomás llamado Dídimo, y Natanael de Caná de Galilea, y los de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos.
3 Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Nosotros también vamos contigo. Salieron, y entraron en seguida en una barca; y aquella noche no atraparon nada.
4 Pero al llegar la mañana, Jesús estaba en la orilla; Pero los discípulos no sabían que era Jesús.
5 Entonces Jesús les dijo: Hijos, ¿tienen algo de comer? Ellos le respondieron: No.
6 Y les dijo: Echen la red al lado derecho de la barca, y encontrarán. Echaron entonces, y ya no pudieron sacarla por la multitud de peces.
7 Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Y Simón Pedro oyendo que era El Señor, se ciñó su ropa (porque estaba gumnos) y se lanzó al mar.
8 Y los otros discípulos vinieron en una pequeña barca; (porque no estaban lejos de tierra, sino como a doscientos codos) arrastrando la red con peces.
9 En cuanto llegaron a tierra, vieron ahí un fuego de brasas, y peces puestos sobre él, y pan.
10 Jesús les dijo: Traigan de los peces que pescaron ahora.
11 Simón Pedro subió y sacó la red a tierra llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y siendo tantos, la red no se rompió.
12 Jesús les dijo: Vengan a almorzar. Y ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: ¿Quién eres tú? sabiendo que era El Señor.
13 Jesús entonces vino, y tomó pan, y les dio, y también pescado.
14 Esta ya era la tercera vez que Jesús se mostraba a sus discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
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Predica a toda Criatura
15 Así después de almorzar, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, de Jonás, ¿me amas más? Él le dijo: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: boskó mis corderos.
16 De nuevo, le dijo por segunda vez: Simón, de Jonás, ¿me amas? Él le dijo: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: poimainó mis ovejas.
17 Le dijo la tercera vez: Simón, de Jonás, ¿me amas? Pedro entristeció porque le dijo la tercera vez: ¿Me amas? Y le dijo: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: boskó mis ovejas.
18 Amén, amén te digo: Cuando eras joven, te enlistabas tú mismo, e ibas adonde querías; pero cuando seas viejo, extenderás tus manos, y otro te enlistará, y te llevará adonde tú no querías.
19 Pero esto dijo, indicando con qué muerte glorificaría a Dios. Y diciendo esto, le dijo: Sígueme.
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El discípulo amado
20 Entonces Pedro, girándose, ve que lo seguía el discípulo a quien Jesús amaba; el cual también se apoyó en su pecho en la cena, y dijo: Señor, ¿quién es el que te traiciona?
21 Pedro, viéndolo, dijo a Jesús: Señor, ¿y él, qué?
22 Jesús le dijo: Si quiero que el quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? tú sígueme.
23 Entonces salió este dicho entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría; pero Jesús no le dijo que no morirá, sino: Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa?
24 Este es el discípulo que testifica de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.
25 Y hay también muchas otras cosas que hizo Jesús, las cuales, si fueran escritas cada una, supongo que en el mundo no entrarían los libros escritos. Amén.
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