
Αποκαλυψις - Revelación
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La revelación de Jesús El Cristo
1 Apokálypsis de Jesús Cristo, que Dios le dio, para mostrar a sus siervos lo que sucederá en breve; y envió e indicó por medio de su ángel a su siervo Juan:
2 Que testificó de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesús Cristo, y de todo lo que vio.
3 Bendito el que lee, y escucha las palabras de esta profecía y guarda lo escrito en ella, porque el tiempo está cerca.
Saludos a las siete iglesias
4 Juan a las heptá ekklesía en Asia: Gracia a ustedes, y paz, Del que es, y era, y viene; y de los siete Pneúma que están delante de su trono;
5 Y de Jesús Cristo, el martus pistos, y el primogénito de los muertos, y El Príncipe de los reyes de la tierra. Quien nos ama, y nos lavó de nuestros pecados con su propia sangre,
6 Y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios y El Padre; a Él gloria y krátos para siempre y siempre. Amén.
7 Acá viene con las nubes, y todo ojo lo verá, y los que lo traspasaron; y todo linaje de la tierra se lamentará por Él. Sí, Amén.
8 Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, dice el Señor, El que es, y era, y viene, El Pantokratór.
Visión del Hijo del Hombre
9 Yo Juan, también soy hermano de ustedes, y compañero en la tribulación, y en el reino y paciencia de Jesús Cristo, estaba en la isla llamada Patmos, por la palabra de Dios, y por el testimonio de Jesús Cristo.
10 Estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás mío una gran voz, como de trompeta,
11 Diciendo: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último; Y lo que ves, escríbelo en un libro y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea.
12 Y giré para ver la voz que hablaba conmigo. Y al girarme, vi siete candeleros de oro;
13 Y en medio de los siete candeleros uno semejante al Hijo del hombre, vestido con una ropa hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.
14 Y su cabeza y sus cabellos blancos como la lana, blancos como la nieve; Y sus ojos como llama de fuego;
15 Y sus pies parecidos al bronce fino, como ardiendo en un horno; y su voz como el sonido de muchas aguas.
16 Y tenía en su mano derecha siete estrellas; y de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro como el sol que brilla en su fuerza.
17 Y cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Y puso su mano derecha sobre mí, diciéndome: No tengas miedo; Yo soy El primero y el último:
18 También vivo, y estuve muerto; Y acá yo vivo para siempre y siempre, Amén; y tengo las llaves del hades y thánatos.
19 Escribe las cosas que viste, y lo que es, y lo que será después de esto;
20 El misterio de las siete estrellas que viste en mi mano derecha, y los siete candeleros de oro. Las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias; y los siete candeleros que viste son las siete iglesias.
Mensajes a las siete iglesias:
El mensaje a Efeso
1 Escribe al ángel de la iglesia de Éfeso;
Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que anda en medio de los siete candeleros de oro;
2 Yo conozco tus obras, y tu trabajo, y tu paciencia, y cómo no puedes soportar a los kakos; y probaste a los que se dicen ser apóstolos, y no lo son, y los hallaste pseudos;
3 Y soportaste, y tuviste paciencia, y por mi nombre trabajaste, y no desmayaste.
4 Sin embargo, tengo contra ti que dejaste a tu primer amor.
5 Recuerda, entonces, de dónde caíste, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; O sino vendré pronto a ti, y sacaré tu candelero de su lugar, a menos que te arrepientas.
6 Pero tienes esto, que odias las obras de los nicaolitanos, las que Yo también odio.
7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias: Al que venza, le daré a comer del árbol de la vida, que está en medio del paraíso de Dios.
El mensaje a Esmirna
8 Y al ángel de la iglesia de Esmirna escribe: Esto dice el primero y el último, que estuvo muerto y vive;
9 Conozco tus obras, y tribulación, y pobreza, (pero eres rico) y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de satanás.
10 No tengas miedo de lo que vas a padecer: Acá, el diablo lanzará de ustedes a la cárcel, para prueba, y tendrán tribulación por diez días: Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de vida.
11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias: El que venza no será herido por la segunda muerte.
El mensaje a Pérgamo
12 Y al ángel de la iglesia de Pérgamo escribe: Esto dice el que tiene la espada aguda de dos filos;
13 Yo conozco tus obras, y dónde vives, donde está el trono de satanás; y mantienes firme mi nombre, y no negaste mi fe, aun en esos días en que Antipas, mi mártir fiel, murió entre ustedes, donde vive satanás.
14 Pero tengo algo en contra tuyo, porque tienes ahí a los que retienen la doctrina de balaam, quien enseñó a Balac a lanzar piedras de tropiezo ante los hijos de Israel, a comer eidólothutos y porneuó.
15 Así tú tienes también a los que retienen la doctrina de los nikolaités, la que Yo odio.
16 Arrepiéntete; o sino, vendré pronto a ti, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.
17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias: Al que venza le daré a comer del maná oculto, y le daré una piedra blanca, y en la piedra un nuevo nombre escrito, que ninguno conoce sino el que lo recibe.
El mensaje a Tiatira
18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: Esto dice el Hijo de Dios, que tiene sus ojos como llama de fuego, y sus pies como bronce fino;
19 Yo conozco tus obras, y agape, y servicio, y fe, y tu paciencia, y tus obras; y lo último es más que lo primero.
20 Sin embargo, tengo algo contra ti, porque permites que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y desvie a mis siervos a fornicar y a comer lo sacrificado a los ídolos.
21 Y le di tiempo para que se arrepienta de su fornicación; y no se arrepintió.
22 Acá, Yo la lanzaré en cama, y los que cometan adulterio con ella en gran tribulación, a menos que se arrepientan de sus obras.
23 Y mataré a sus hijos con la muerte; y todas las iglesias sabrán que yo soy el que examina los nephrós y los kardía ; y daré a cada uno de ustedes según sus obras.
24 Pero a ustedes les digo, y a los demás en Tiatira, a todos los que no tienen esta doctrina, y los que no conocieron las profundidades de satanás, como dicen ellos; no les impondré ninguna otra carga.
25 Pero lo que tienen, reténganlo hasta que Yo venga.
26 Y al que venza y guarde mis obras hasta el fin, a ése le daré poder sobre las naciones:
27 Y los pastoreará con vara de hierro; como vaso de alfarero serán quebrados; así como Yo recibí de mi Padre.
28 Y le daré la estrella de la mañana.
29 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
3
El mensaje a Sardis
1 Y escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete Espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.
2 Se vigilante, y fortalece lo que resta, lo que está a punto de morir; Porque no encontré tus obras perfectas delante de Dios.
3 Recuerda entonces, cuanto recibiste y oíste, y guárdalo, y arrepiéntete. Por lo tanto, si no vigilas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.
4 Todavía tienes unos pocos nombres en Sardis, que no ensuciaron sus vestiduras; y andarán conmigo de blanco, porque son dignos.
5 El que venza, ése será vestido de vestiduras blancas; y no exaleiphó su nombre del libro de la vida, sino que confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles.
6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
El mensaje a Filadelfia
7 Y al ángel de la iglesia en Filadelfia escribe: Esto dice El Santo, El Verdadero, El que tiene la llave de David, El que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre;
8 Conozco tus obras: Acá, puse delante de ti una puerta abierta, y nadie puede cerrarla; porque tienes poca fuerza, y guardaste mi palabra, y no negaste mi nombre.
9 Acá, entrego a los de la sinagoga de satanás, que dicen ser judíos, y no lo son, sino pseudomai; Acá, los haré venir y adorar delante de tus pies, y sabrán que yo te amé.
10 Porque guardaste la palabra de mi paciencia, también te guardaré de la hora de la tentación, que vendrá sobre todo el mundo, para probar a los que viven en la tierra.
11 Acá, vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
12 Al que venza, lo haré columna en el templo de mi Dios, y no saldrá más; Y escribiré sobre él, El nombre de Mi Dios, y el nombre de la ciudad de Mi Dios: La nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo de mi Dios; y Mi nuevo nombre.
13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
El mensaje a Laodicea
14 Y escribe al ángel de la iglesia de los laodicenses: Esto dice el Amén, El testigo fiel y verdadero, El Arché de la creación de Dios;
15 Se tus obras, que ni eres frío ni caliente; ophelon fueras frío o caliente.
16 Así que, porque eres tibio, y ni frío ni caliente, te voy a vomitar de mi boca.
17 Porque dices: Soy rico, y tengo muchos bienes, y no tengo necesidad de nada; y no sabes que eres un miserable, y desgraciado, y pobre, y ciego, y desnudo:
18 Yo te aconsejo que compres de mí oro refinado en el fuego, para ser rico; y vestiduras blancas, para vestirte y que no aparezca la vergüenza de tu desnudez; Y unge tus ojos con kollourion, para ver.
19 Reprendo y castigo a todos los que amo, Entonces, sé celoso, y arrepiéntete.
20 Acá estoy a la puerta y llamó: si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo.
21 Al que venza, le concederé sentarse conmigo en mi trono, así como yo también vencí, y me senté con mi Padre en su trono.
22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
4
La adoración celestial
1 Después de esto miré, y vi una puerta que se abría en el cielo; Y la primera voz que oí, como trompeta, habló conmigo, diciendo: Sube acá, y te enseñaré lo que debe suceder después de estas cosas.
2 E inmediatamente estuve en el espíritu: y vi un trono puesto en el cielo, y uno sentado en el trono.
3 Y El que estaba sentado era de aspecto semejante a una piedra de jaspe y de sardio; Y alrededor del trono un arco iris de aspecto semejante a una esmeralda.
4 Y alrededor del trono había veinticuatro asientos; y sobre los asientos vi sentados a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas; y tenían en sus cabezas coronas de oro.
5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; Y siete lámparas de fuego ardían delante del trono, las cuales son los siete Espíritus de Dios.
6 Y delante del trono había un mar vidrioso parecido al cristal; y en medio del trono, y alrededor del trono, había cuatro bestias llenas de ojos por delante y por detrás.
7 Y la primer bestia semejante a un león, y la segunda bestia como becerro, y la tercera bestia tenía rostro de hombre, y la cuarta bestia como águila volando.
8 Y las cuatro bestias tenían cada una seis alas alrededor de sí, y estaban llenas de ojos por dentro; y no descansaban ni de día ni de noche, diciendo: Santo, Santo, Santo, Señor Dios Todopoderoso, El que era, El que es y El que vendrá.
9 Y cuando las bestias dan gloria y honor y gracias Al que está sentado en el trono, quien vive para siempre y siempre,
10 Los veinticuatro ancianos se postran delante Del que está sentado en el trono, y adoran Al que vive para siempre y siempre, y arrojan sus coronas delante del trono, diciendo,
11 Tú eres digno, Señor, de recibir la gloria y la honra y el poder; Porque Tú creaste todo, y por Tu voluntad es y fue creado.
5
Jesús, El único Digno
1 Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
2 Y vi a un ángel fuerte proclamando a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y romper sus sellos?
3 Y nadie en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, pudo abrir el libro, ni mirarlo.
4 Y yo lloraba mucho, porque ninguno era digno de abrir y leer el libro, ni de mirarlo.
5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores; Acá está El León de la tribu de Judá, la Raíz de David, venció para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
6 Y miré, y vi, en medio del trono y de las cuatro bestias, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como herido de muerte, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
7 Y vino y tomó el libro de la mano derecha Del que estaba sentado en el trono.
8 Y cuando tomó el libro, las cuatro bestias y los veinticuatro ancianos cayeron delante del Cordero, teniendo cada uno de ellos arpas y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos.
9 Y cantaban una nueva canción, diciendo: Eres digno de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque fuiste sacrificado, y con tu sangre nos redimiste para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
10 Y nos hiciste para nuestro Dios reyes y sacerdotes; y reinaremos en la tierra.
11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y las bestias y los ancianos; Y el número de ellos era miriadas de miriadas, y millares de millares;
12 Diciendo a gran voz: El Cordero sacrificado es digno de recibir poder, y riquezas, y sabiduría, y fuerza, y honor, y gloria, y bendición.
13 Y toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y las que están en el mar, y todo lo que hay en ellos, oí decir: Bendición, y honor, y gloria, y poder, al que está sentado en el trono, y al Cordero, para siempre y siempre.
14 Y las cuatro bestias dijeron: Amén. Y los veinticuatro ancianos se postraron y adoraron Al que vive para siempre y siempre.
6
Los sellos
1 Y vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí, como el ruido de un trueno, una de las cuatro bestias dijo: Ven y mira.
2 Y miré, y vi un caballo blanco; Y el sentado en él tenía un arco; y se le dio una corona; y salió venciendo, y a vencer.
3 Y cuando abrió el segundo sello, oí decir a la segunda bestia: Ven y mira.
4 Y salió otro caballo rojo: Y al sentado sobre él, se le dio poder para sacar la paz de la tierra, y para que se mataran unos a otros: y se le dio una gran espada.
5 Y cuando él hubo abierto el tercer sello, oí a la tercera bestia decir: Ven y mira. Y miré, y vi un caballo negro; y al sentado sobre él tenía un par de balanzas en la mano.
6 Y oí una voz en medio de las cuatro bestias, diciendo: Una medida de trigo, un dénarion, y tres medidas de cebada, un dénarion; pero no dañes el aceite ni el vino.
7 Y cuando abrió el cuarto sello, oí la voz de la cuarta bestia, que dijo: Ven y mira.
8 Y miré, y vi un caballo verde pálido; y el nombre del que estaba sentado sobre él era Muerte, y el háides lo seguía. Y se le dio poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, y con hambre, y con muerte, y con las bestias de la tierra.
9 Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los asesinados por la palabra de Dios y por el testimonio que sostenían:
10 Y clamaron a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, Santo y Verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre de los que viven en la tierra?
11 Y se les dieron vestiduras blancas a cada uno de ellos; Y se les dijo que debían descansar todavía un poco de tiempo, hasta que se completaran también sus consiervos y sus hermanos, que debían ser asesinados como ellos.
12 Y miré cuando abrió el sexto sello, y vi que hubo un gran terremoto; y el sol se hizo negro como saco de cabellos, y la luna se hizo como sangre;
13 Y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera tira sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.
14 Y el cielo se apochórizó como biblion envuelto; y toda montaña y toda isla fue movida de su lugar.
15 Y los reyes de la tierra, y los magistrados, y los ricos, y los capitanes, y los poderosos, y todo siervo, y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las rocas de las montañas;
16 Y dijeron a las montañas y a las rocas: Caigan sobre nosotros, y escóndannos del rostro de Aquel que está sentado en el trono, y de la ira del Cordero:
17 Porque llegó el gran día de su ira; ¿y quién podrá permanecer en pie?
7
144,000 sellados de las tribus de Israel
1 Y después de estas cosas vi cuatro ángeles que estaban sobre los cuatro ángulos de la tierra, deteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que el viento no soplara sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.
2 Y vi a otro ángel que subía desde el nacimiento del sol, teniendo el sello del Dios viviente: y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les dio para dañar la tierra y el mar,
3 Diciendo: No dañen la tierra, ni el mar, ni los árboles, hasta que sellemos a los siervos de nuestro Dios en sus frentes.
4 Y oí el número de los sellados; Ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.
5 De la tribu de Judá: doce mil sellados. De la tribu de Rubén doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados.
6 De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neptalim, doce mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados.
7 De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados.
8 De la tribu de Zabulón doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín doce mil sellados.
La multitud vestida de ropas blancas
9 Después de esto miré, y vi una gran multitud, la cual nadie pudo contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de ropas blancas y con palmas en las manos;
10 Y clamaban a gran voz, diciendo: Salud a nuestro Dios sentado en el trono, y al Cordero.
11 Y todos los ángeles se pusieron en pie alrededor del trono, y los ancianos y las cuatro bestias, y se postraron sobre sus rostros ante el trono, y adoraron a Dios,
12 Diciendo: Amén: Bendición, y gloria, y sabiduría, eucharistia, y honor, y poder, y fuerza, a nuestro Dios para siempre y siempre. Amén.
13 Y respondió uno de los ancianos, diciéndome: ¿Quiénes son éstos que están vestidos de ropas blancas, y de dónde vinieron?
14 Y yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y Él me dijo: Estos son los que salieron de la gran tribulación, y lavaron sus ropas, y las emblanquecieron en la sangre del Cordero.
15 Por eso están delante del trono de Dios, y lo sirven día y noche en su templo; y El que está sentado en el trono vivirá entre ellos.
16 No tendrán más hambre, ni sed; ni tampoco el sol caerá sobre ellos, ni ningún calor.
17 Porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará, y los conducirá a fuentes de aguas vivas; y Dios borrará toda lágrima de sus ojos.
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1 Y cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.
2 Y vi a los siete ángeles que estaban delante de Dios; Y se les dieron siete trompetas.
3 Y otro ángel vino y se paró junto al altar, teniendo un incensario de oro; y le fue dado mucho incienso, para ofrecer las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro, delante del trono.
4 Y el humo del incienso, con las oraciones de los santos, subió delante de Dios de la mano del ángel.
5 Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo lanzó a la tierra; y hubo voces, y truenos, y relámpagos, y un terremoto.
Las trompetas
6 Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se prepararon para tocar.
7 Y el primer ángel tocó la trompeta, y salió granizo y fuego mezclados con sangre, y fueron arrojados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y toda hierba verde se quemó.
8 Y el segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego se lanzó al mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre;
9 Y la tercera parte de las ktisma que estaban en el mar y tenían vida, murieron; y la tercera parte de las naves fueron destruidas.
10 Y el tercer ángel tocó la trompeta, y cayó una gran estrella del cielo, ardiendo como lampás , y cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre las fuentes de las aguas;
11 Y el nombre de la estrella se llama apsinthos: y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron por las aguas, porque se hicieron amargas.
12 Y el cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas; De tal manera que se oscureció la tercera parte de ellas, y no brilló el día ni la tercera parte de él, e igualmente la noche.
13 Y miré, y oí a un ángel que volaba por mesouranéma, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, los que viven en la tierra, por los otros sonidos de las trompetas, que los tres ángeles están por tocar!
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1 Y el quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo sin fondo.
2 Y abrió el abyssos phréar, y salió humo del pozo, como el humo de un gran horno; y el sol y el aire se oscurecieron por el humo del pozo.
3 Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra.
4 Y se les ordenó que no dañaran la hierba de la tierra, ni nada verde, ni árbol alguno; Sino sólo a los hombres que no tuvieran el sello de Dios en sus frentes.
5 Y se les dio que no los mataran, sino que fueran atormentados cinco meses; y su tormento, tormento de escorpión cuando hiere al hombre.
6 Y en esos días los hombres buscarán la muerte, y no la encontrarán; y desearán morir, y la muerte escapará de ellos.
7 Y la apariencia de las langostas era como la de caballos preparados para la guerra; y en sus cabezas, como coronas parecidas al oro, y sus rostros como rostros de hombres.
8 Y tenían pelo como pelo de mujer, y sus dientes eran como de león.
9 Tenían pecheras, como pecheras de hierro; Y el ruido de sus alas, como el ruido de carros de muchos caballos corriendo a la guerra.
10 Y tenían colas como escorpiones, y había aguijones en sus colas; Y el poder para herir a los hombres cinco meses.
11 Y tenían rey sobre ellos, el ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, pero en griego tiene el nombre de Apolión.
12 Un ay pasó; y, acá, vienen dos ayes más después de estas cosas.
13 Y el sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz desde los cuatro cuernos del altar de oro, que está delante de Dios,
14 Diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles atados en el gran río Éufrates.
15 Y fueron desatados los cuatro ángeles, preparados para la hora, y el día, y el mes, y el año, para asesinar a la tercera parte de los hombres.
16 Y el número del ejército de la caballería era de doscientos mil; y oí el número de ellos.
17 Y así vi los caballos en la visión, y a los sentados sobre ellos, que tenían pecheras de fuego, jacinto y azufre; y las cabezas de los caballos como cabezas de león, y de sus bocas salía fuego, humo y azufre.
18 Por estos tres murió la tercera parte de los hombres, por el fuego, por el humo y por el azufre saliendo de sus bocas.
19 Porque su poder está en su boca y en sus colas; porque sus colas tienen cabezas como serpientes, y con ellas lastiman.
20 Y el resto de los hombres que no murieron por estas plagas, tampoco se arrepintieron de las obras de sus manos, para no adorar demonios, e ídolos de oro, y plata, y bronce, y piedra, y madera: los cuales ni pueden ver, ni oír, ni caminar:
21 Ni tampoco se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus brujerías, ni de su fornicación, ni de sus robos.
10
El ángel con el librito
1 Y vi a otro ángel poderoso descender del cielo, vestido de una nube; Y un arco iris sobre su cabeza, y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego:
2 Y tenía en su mano un librito abierto: y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra,
3 Y clamó a gran voz, como ruge un león: y cuando clamó, su voz emitió siete truenos.
4 Y cuando los siete truenos emitieron sus voces, yo estaba a punto de escribir; y oí una voz del cielo diciéndome: Sella lo que los siete truenos hablaron, y no lo escribas.
5 Y el ángel que vi de pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, 6 Y juró por El que vive para siempre y siempre, Quien creó el cielo, y todo lo que hay en él, y la tierra, y todo lo que hay en ella, y el mar, y todo lo que hay en él, que ya no habría tiempo:
7 Pero en los días de la voz del séptimo ángel, cuando toque la trompeta, el mystérion de Theos será teleó, como lo declaró a sus siervos los profetas.
8 Y la voz que oí del cielo me habló otra vez, y dijo: Ve y toma el librito abierto en la mano del ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra.
9 Y fui al ángel, y le dije: Dame el librito. Y él me dijo: Toma y cómelo; y amargará tu estómago, pero en tu boca será dulce como la miel.
10 Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y en mi boca fue dulce como la miel; y tan pronto como lo comí, mi estómago se amargó.
11 Y me dijo: Tú debes profetizar otra vez delante de muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.
11
Los dos testigos
1 Y se me dio una caña como vara; y el ángel se paró, diciendo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.
2 Pero el aula exterior del templo déjala fuera, y no la midas, porque es dada a los gentiles; Y la santa ciudad será pisoteada cuarenta y dos meses.
3 Y daré poder a mis dos testigos, y profetizarán por mil doscientos sesenta días, vestidos de sakkós.
4 Estos son los dos olivos, y los dos candeleros que están delante del Dios de la tierra.
5 Y si alguno quisiere injuriarlos, fuego saldrá de la boca de ellos, y devorará a sus enemigos; Y si alguno quisiere herirlos, ese deberá morir de la misma manera.
6 Estos tienen poder para cerrar el cielo, para que no llueva agua en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con todas las plagas, cuantas veces quieran.
7 Y cuando terminen su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará.
8 Y sus cadáveres, en la calle de la gran ciudad, que espiritualmente se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.
9 Y los de los pueblos y tribus y lenguas y naciones verán sus cadáveres tres días y medio, y no permitirán que sus cadáveres sean puestos en sepulcros.
10 Y los que viven en la tierra chairó por ellos, y euphrainó, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas atormentaron a los que viven en la tierra.
11 Y después de tres días y medio entró en ellos el Espíritu de vida de Dios, y se pusieron en pie; Y cayó gran temor sobre los que los vieron.
12 Y oyeron una gran voz del cielo diciéndoles: Suban acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.
13 Y en esa hora hubo un gran terremoto, y cayó la décima parte de la ciudad, y en el terremoto murieron siete mil hombres; Y los que quedaron se aterraron, y dieron gloria al Dios del cielo.
14 El segundo ay pasó; Acá, el tercer ay viene pronto.
La séptima trompeta
15 Y el séptimo ángel tocó la trompeta; y hubo grandes voces en el cielo, diciendo: Los reinos de este mundo pasaron a nuestro Señor y a su Cristo, y Él reinará para siempre y siempre.
16 Y los veinticuatro ancianos, que estaban sentados delante de Dios en sus asientos, cayeron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,
17 Diciendo: Le agradecemos, Señor Dios Todopoderoso, El que es, y era, y viene; porque tomó su gran poder, y reinó.
18 Y las naciones enfurecieron, y vino tu ira, y el tiempo de juzgar a los muertos, y dar recompenza a tus siervos los profetas, y a los santos, y a los que temen tu nombre, grandes y chicos; y destruiste a los que destruyen la tierra.
19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y se vio en su templo el arca de su testamento; y hubo relámpagos, y voces, y truenos, y un terremoto, y gran granizo.
12
La mujer y el dragón
1 Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza, una corona de doce estrellas.
2 Y estando embarazada, gritaba, con dolores de parto y afligida por dar a luz.
3 Y apareció otra maravilla en el cielo; y vi un gran dragón rojo, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y siete coronas sobre sus cabezas.
4 Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó a la tierra; y el dragón se paró delante de la mujer que estaba a punto de dar a luz, para devorar a su hijo tan pronto como naciera.
5 Y dio a luz un Hijo varón, que regiría a todas las naciones con vara de hierro; y su Hijo fue arrebatado para Dios y su trono.
6 Y la mujer escapó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios, para que la alimenten allí mil doscientos sesenta días.
7 Y hubo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles pelearon contra el dragón; y peleaban el dragón y sus ángeles,
8 y no pudieron, ni se halló más lugar para ellos en el cielo.
9 Y el gran dragón fue tirado, la serpiente antigua, llamada diablo y satanás, que engaña al mundo entero; fue tirado a la tierra, y sus ángeles fueron tirados con él.
10 Y oí una gran voz que decía en el cielo: Ahora vino la salvación, y la fortaleza, y el reino de nuestro Dios, y el poder de su Cristo; porque se tiro al acusador de nuestros hermanos, que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
11 Y ellos lo vencieron por la sangre del Cordero, y por la palabra de su testimonio; y no amaron sus vidas hasta la muerte.
12 Por lo tanto, alégrense, cielos, y los que viven en ellos. Ay de los que viven en la tierra y en el mar! porque el diablo descendió a ustedes, teniendo gran indignación, sabe que le queda poco tiempo.
13 Y cuando el dragón vio que era tirado a la tierra, persiguió a la mujer que dio a luz al varón.
14 Y a la mujer se le dieron dos alas de gran águila, para volar de la faz de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es alimentada por tiempo, y tiempos, y medio tiempo,
15 Y la serpiente lanzó agua de su boca como un diluvio tras la mujer, para que sea arrastrada por la corriente.
16 Pero la tierra ayudó a la mujer, y la tierra abrió su boca, y tragó el diluvio que el dragón lanzó de su boca.
17 Y el dragón se enfureció contra la mujer, y fue a hacer guerra contra el resto de su descendencia, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús Cristo.
13
Las dos bestias
1 Y me paré sobre la arena del mar, y vi subir una bestia del mar, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cuernos diez diademas, y sobre sus cabezas el nombre blasfemo.
2 Y la bestia que vi era como un leopardo, y sus pies eran como de oso, y su boca como boca de león; y el drakon le dio su poder, y su asiento, y gran autoridad.
3 Y vi una de sus cabezas como herida de muerte; y su herida mortal sanó; Y toda la tierra se maravilló tras la bestia.
4 Y proskynéo al dragón que dio poder a la bestia; Y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia? ¿Quién podrá pelear contra ella?
5 Y se le dio boca, que hablaba grandezas y blasfemias; y se le dio poder para hacerlo cuarenta y dos meses.
6 Y abrió su boca en blasfemia contra Dios, para blasfemar Su nombre, y Su tabernáculo, y a los que viven en el cielo.
7 Y le fue dado hacer guerra contra los santos, y vencerlos; y le fue dado poder sobre todos los linajes, y lenguas, y naciones.
8 Y todos los que viven en la tierra la adorarán, cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero, inmolado desde la fundación del mundo.
9 Si alguno tiene oído, oiga.
10 El que lleva en cautiverio irá en cautiverio; El que mata con la espada debe ser asesinado con la espada. Acá está la paciencia y la fe de los hágios.
11 Y vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos como de cordero, y hablaba como dragón.
12 Y ejerce todo el poder de la primera bestia delante de ella, y hace que la tierra y los que viven en ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal sanó.
13 Y hace grandes milagros, de manera tal, que hace caer fuego del cielo a la tierra a la vista de los hombres,
14 Y engaña a los moradores de la tierra por los milagros que se le permitió hacer en presencia de la bestia, diciendo a los habitantes de la tierra, que hicieran una imagen de la bestia que tuvo la herida de espada y vivió.
15 Y se le permitió dar vida a la imagen de la bestia, para que también la imagen de la bestia hablara, y para hacer morir a todos los que no adoraban a la imagen de la bestia.
16 Y hace que todos, grandes y chicos, ricos y pobres, libres y esclavos, reciban una marca en la mano derecha o en la frente:
17 Y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca, o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.
18 Acá está la sabiduría. El que tenga entendimiento cuente el número de la bestia, porque es número de hombre; y su número es seiscientos sesenta y seis.
14
La canción de los 144,000
1 Y miré, y vi un Cordero parado sobre el monte de Sión, y con Él ciento cuarenta y cuatro mil, tenían el nombre de su Padre escrito en sus frentes.
2 Y oí una voz del cielo, como la voz de muchas aguas, y como la voz de un gran trueno; Y oí la voz de arpistas que tocaban con sus arpas:
3 Y cantaban como una nueva canción delante del trono, y delante de las cuatro bestias, y de los ancianos; Y nadie podía aprender esa canción sino los ciento cuarenta y cuatro mil, agorázo de la tierra.
4 Estos son los que no se contaminaron con mujeres; Porque son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por donde quiera que va. Estos, comprados de entre los hombres, son los primeros frutos para Dios y para El Cordero.
5 Y en sus bocas no se encontró engaño, porque son ámomos delante del trono de Dios.
El mensaje de los tres ángeles
6 Y vi a otro ángel volar por en medio del cielo, tenía el euangélion aíonos euangelízo a los que viven en la tierra, y a toda nación, y tribu, y lengua, y pueblo,
7 Diciendo a gran voz: ¡Tengan miedo a Dios! ¡Y denle gloria! porque llegó la hora de su juicio; y adoren Al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.
8 Y siguió otro ángel, diciendo: ¡Cayó!, ¡Cayó babilonia!, la gran ciudad, porque dio a beber a todas las naciones del vino del thymós de su porneía.
9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe su marca en la frente o en su mano,
10 Este beberá del vino de la ira de Dios, derramado puro en la copa de su orgé; y será atormentado con fuego y azufre en presencia de los santos ángeles, y en presencia del Cordero:
11 Y el humo de su tormento sube para siempre y siempre; Y no tienen anápausis ni de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni los que reciben la marca de su nombre.
12 Acá está la paciencia de los santos: Acá, los que guardan los mandamientos de Theos y la fe de Iésous.
13 Y oí una voz del cielo diciéndome: Escribe, Benditos los muertos que mueren en El Señor de ahora en adelante: Sí, dice el Espíritu, para que descansen de sus trabajos; Pero sus obras siguen con ellos.
La tierra es segada
14 Y miré, y vi una nube blanca, y sobre la nube uno sentado como El Hijo del hombre, tenía en su cabeza una corona de oro, y en su mano una hoz aguda.
15 Y otro ángel salió del templo, clamando con voz potente al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz y siega, porque llegó el tiempo de segar, porque la mies de la tierra está seca.
16 Y El que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra; y segó la tierra.
17 Y otro ángel salió del templo que está en el cielo, el también tenía una hoz aguda.
18 Y otro ángel salió del altar, que tenía poder sobre el fuego; y gritando llamó al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la viña de la tierra; porque sus uvas están maduras.
19 Y el ángel metió su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y la tiró en el gran lagar de la ira de Dios.
20 Y el lagar fue pisoteado afuera de la ciudad, y la sangre salió del lagar, hasta las bridas de los caballos, por espacio de mil seiscientos stádion.
15
Los ángeles con las siete plagas finales
1 Y vi otra señal en el cielo, grande y admirable: Siete ángeles que tenían las siete plagas finales; Porque en ellos se teléo la ira de Dios.
2 Y vi como un mar de vidrio mezclado con fuego; y los que vencieron sobre la bestia, y sobre su imagen, sobre su marca y sobre el número de su nombre, parados sobre el mar de vidrio, teniendo las arpas de Dios.
3 Y cantan la canción de Moisés, siervo de Dios, y la canción del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son Tus obras, Señor Dios Todopoderoso; Justos y verdaderos Tus caminos, Rey de los santos.
4 ¿Quién no te tendrá miedo, Señor, y glorificará tu nombre? Sólo Tú eres Santo; Porque todas las naciones vendrán y adorarán delante Suyo; porque sus juicios se manifestaron.
5 Y después de esto miré, y vi el templo del tabernáculo del testimonio abierto en el cielo:
6 Y salieron del templo los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino puro y resplandeciente, y ceñidos por el pecho con cintos de oro.
7 Y uno de las cuatro bestias dio a los siete ángeles siete copas de oro llenas de la ira de Dios, Záo para siempre y siempre.
8 Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios y por su poder, y nadie pudo entrar en el templo hasta que se cumplieron las siete plégé de los siete ángeles.
16
Las copas de ira
1 Y oí una gran voz saliendo del templo, decía a los siete ángeles: Vayan y derramen las copas de la ira de Dios sobre la tierra.
2 Y el primero fue, y derramó su copa sobre la tierra; y cayó una úlcera maligna y dolorosa sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y adoraban su imagen.
3 Y el segundo ángel derramó su copa sobre el mar; y se convirtió como sangre de muerto; Y toda alma viviente murió en el mar.
4 Y el tercer ángel derramó su copa sobre los ríos y las pégé de las aguas, y se convirtieron en sangre.
5 Y oí al ángel de las aguas, decir: Justo Eres, Señor, Eres, y Eras, y Serás, porque así krino.
6 Porque derramaron la sangre de santos y profetas, y les diste a beber sangre; porque son áxios.
7 Y oí a otro que decía desde el altar: Así es, Señor Dios Todopoderoso, verdaderos y justos son tus juicios.
8 Y el cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, y se le dio a kaumatizó a los hombres con fuego.
9 Y los hombres se quemaron con gran calor, y blasfemaron El Nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas; Y no se arrepintieron para darle gloria.
10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trónos de la theríon; Y su reino se cubrió de tinieblas, y del dolor mordían sus glossa,
11 y blasfemaron Al Dios del cielo a causa de sus dolores y de sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.
12 Y el sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; Y se secaron sus aguas, para preparar el camino de los reyes del anatolé.
13 Y vi a tres espíritus inmundos como ranas, de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta.
14 Porque son espíritus de demonios, que hacen milagros, los cuales salen hacia los reyes de la tierra y de todo el mundo, para reunirlos a la batalla del gran día del Dios Todopoderoso.
15 Acá, vengo como ladrón. Bendito el que vela, y guarda sus vestidos, para no andar desnudo, y vean su vergüenza.
16 Y los reunió en un lugar llamado en lengua hebrea Armageddón.
17 Y el séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Gínomai.
18 Y hubo voces, y truenos, y relámpagos; Y hubo un gran terremoto, como nunca sucedió desde que los hombres están sobre la tierra, seísmo tan poderoso y tan grande.
19 Y la gran ciudad se convirtió en tres partes, y cayeron las ciudades de las naciones; Y la gran babylón vino a memoria delante de Dios, para darle la copa del vino del ardor de su ira.
20 Y toda isla escapó, y las montañas no se encontraron.
21 Y cayó sobre los hombres un gran granizo del cielo, como el peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo, porque la plaga fue muy grande.
17
Condenación de la gran ramera
1 Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo, diciéndome: Ven acá; Te mostraré el juicio de la gran pórne, asentada sobre muchas aguas:
2 Con la cual los reyes de la tierra fornicaron, y los habitantes de la tierra se emborracharon con el vino de su porneía.
3 Entonces me llevó en el espíritu al desierto: y vi a una mujer sentada sobre una bestia de color escarlata, llena de nombres de blasfemia, tenía siete cabezas y diez cuernos.
4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro y piedras preciosas y perlas, teniendo en su mano una copa de oro llena de abominaciones e inmundicias de su fornicación:
5 Y en su frente había un nombre escrito: “mystérion, babylon la grande, la madre de las pórne y de las abominaciones de la tierra”
6 Y vi a la mujer borracha con la sangre de los santos, y con la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, me asombré con gran thauma.
7 Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la lleva, que tiene las siete cabezas y los diez cuernos.
8 La bestia que viste era, y no es; Y subirá del abismo, e irá a perdición; Y los que viven en la tierra se maravillarán, cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo, al ver la bestia que era, y no es, y todavía es.
9 Acá está la mente que tiene sabiduría. Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer.
10 Y hay siete reyes: Cinco cayeron, y uno está, y el otro todavía no vino; y cuando venga él, debe permanecer por poco.
11 Y la bestia que era, y no es, él también es el octavo, y es de los siete, y va a perdición.
12 Y los diez cuernos que viste son diez reyes, que todavía no recibieron reino; pero reciben poder como reyes una hora con la bestia.
13 Estos tienen una mente, y darán su poder y fuerza a la bestia.
14 Estos harán guerra contra El Cordero, y El Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes, y los que están con Él kletós, y eklektós, y pistós.
15 Y me dijo: Las aguas que viste, donde se sienta la ramera, son pueblos, y muchedumbres, y naciones, y lenguas.
16 Y los diez cuernos que viste sobre la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la destruirán y la desnudarán, y comerán su carne, y la quemarán con fuego.
17 Porque Dios puso en sus corazones cumplir su voluntad, y ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que la palabra de Dios se cumpla.
18 Y la mujer que viste es esa gran ciudad, que reina sobre los reyes de la tierra.
18
La gran ramera que vive entre 7 montañas es incendiada.
1 Y después de estas cosas vi a otro ángel descender del cielo, con gran poder; y la tierra se iluminó con su gloria.
2 Y clamó poderosamente con gran voz, diciendo: Cayó, cayó la gran babilonia! y se hizo habitación de demonios, y guarida de todo espíritu inmundo, y guarida de toda ave inmunda y aborrecible.
3 Porque todas las naciones bebieron del vino del furor de su fornicación, y los reyes de la tierra fornicaron con ella, y los mercaderes de la tierra se enriquecieron con la abundancia de sus strénos.
4 Y oí otra voz del cielo, diciendo: ¡Salgan de ella, pueblo mío, para que no participen de sus hamartía, y para que no reciban de sus plagas!
5 Porque sus pecados llegaron hasta el cielo, y Dios recordó sus adíkema.
6 Devuelvanle así como ella les dio a ustedes, aún el doble a ella, el doble según sus obras; en la copa que llenó, llénenle el doble.
7 Cuánto se glorificó a sí misma, y vivió en lujos desenfrenados, denle tanto tormento y dolor; porque dice en su corazón: Me siento reina, y no soy viuda, y no veré dolor.
8 Por eso sus plagas vendrán en un día, muerte, luto y hambre; Y ella será quemada con fuego; Porque fuerte es el Señor Dios que la juzga.
9 Y los reyes de la tierra, que fornicaron y vivieron en lujurias con ella, la llorarán y lamentarán por ella, cuando vean el humo de su incendio,
10 Parándose lejos por el miedo de su tormento, dirán: ¡Ay, ay, esa gran ciudad Babilonia, poderosa ciudad! porque en una hora llegó tu juicio.
11 Y los mercaderes de la tierra llorarán y lamentarán por ella, porque ya nadie comprará sus mercancías:
12 Mercaderías de oro, y de plata, y piedras preciosas, y de perlas, y lino fino, y púrpura, y seda, y escarlata, y toda madera olorosa, y toda clase de vasijas de marfil, y toda clase de vasijas de madera preciosa, y bronce, y hierro, y mármol,
13 y canela, y perfumes, y ungüentos, e incienso, y vino, y aceite, y flor de harina, y trigo, y bestias, y ovejas, y caballos, y carros, y esclavos, y almas de hombres.
14 Y los frutos que deseó tu alma se apartaron de ti, y todo lo lujoso y precioso se apartó de ti, y ya no lo encontrarás nunca más.
15 Los mercaderes de estas cosas, que se enriquecieron con ella, estarán lejos por el miedo de su tormento, llorando y lamentando,
16 Y diciendo: ¡Ay, ay, mégas ciudad, vestida de lino fino, púrpura y escarlata, y adornada con oro, piedras preciosas y perlas!
17 Porque en una hora tan grandes riquezas quedaron en ruinas. Y todos los capitanes, y todos los que viajaban en barcos, y los marineros, y todos los que comerciaban por mar, se pararon lejos,
18 y gritaron al ver el humo de su incendio, diciendo: ¡Quién como la gran ciudad!
19 Y echaron polvo sobre sus cabezas, y gritaron, llorando y lamentándose, diciendo: ¡Ay, ay, gran ciudad, en la que se enriquecieron todos los que tenían barcos en el mar, por tus riquezas! porque en una hora es erémoó.
20 Alégrate de ella, cielo, y santos apóstoles y profetas; porque Dios kríno krima a ustedes en ella.
21 Y un ángel poderoso tomó una piedra como una gran piedra de molino, y la lanzó al mar, diciendo: Así con violencia se derribará la gran ciudad babilonia, y nunca más heurísko.
22 Y la voz de arpistas, y de músicos, y de los flautistas, y de los trompeteros, no se oirá nunca más en ti; Y ningún artesano, de cualquier oficio, no se encontrará más en ti; Y el sonido de la piedra de molino no se oirá nunca más en ti;
23 Y luz de vela no brillará más en ti; Y la voz del novio y de la novia no se oirá más en ti; Porque tus mercaderes fueron los grandes hombres de la tierra; Porque por tus pharmakeía todas las naciones fueron engañadas.
24 Y en ella se encontró la sangre de los profetas, de los santos y de todos los asesinados en la tierra.
19
Alabanzas en el cielo
1 Y después de estas cosas oí una gran voz de mucho pueblo en el cielo, diciendo: hallélouia; sótéria, y gloria, y honor, y poder, Al Señor nuestro Dios:
2 Porque verdaderos y justos sus juicios; Porque juzgó a la gran pórne que corrompió la tierra con su fornicación, y vengó la sangre de sus siervos de su mano.
3 Y otra vez dijeron: Aleluya. Y su humo sube para siempre y siempre.
4 Y los veinticuatro ancianos y las cuatro bestias se postraron y adoraron a Dios, sentado en el trono, diciendo: Amén; hallélouia.
5 Y una voz salió del trono, diciendo: Alaben a nuestro Dios, todos ustedes, siervos, y ustedes que phobeo, tanto grandes y chicos.
6 Y oí como la voz de una gran multitud, y como la voz de muchas aguas, y como la voz de poderosos truenos, diciendo: Aleluya; ¡Porque reina El Señor Dios omnipotente!
7 Chairo y agalliaó, y démosle honor; porque llegaron las bodas del Cordero, y su esposa se preparó.
8 Y a ella se le concedió que se vistiera de lino fino, limpio y blanco; Porque el lino fino es la justificación de los santos.
La cena de las bodas del Cordero
9 Y me dijo: Escribe: Benditos los llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son las verdaderas palabras de Dios.
10 Y caí a sus pies para adorarlo. Y me dijo: Mira, no, yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús: adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía.
El Jinete del caballo blanco
11 Y vi el cielo abierto, y acá un caballo blanco; Y El que estaba sentado sobre Él se llamaba Pistos y Verdadero, y en justicia juzga y hace la guerra.
12 Y sus ojos eran como llama de fuego, y en su cabeza muchas coronas; y tenía un nombre escrito, que nadie conocía, sino Él mismo.
13 Y estaba vestido con una vestidura baptó en sangre: y su nombre se llama LA PALABRA DE DIOS.
14 Y los ejércitos en el cielo lo seguían sobre caballos blancos, vestidos de lino fino, blanco y limpio.
15 Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones; y Él las regirá con vara de hierro; y Él pisa el lagar del vino del ardor y la ira del Dios Todopoderoso.
16 Tiene en su vestidura y en su muslo un nombre escrito:
BASILEUS BASILEUS KAÍ KURIOS KURIOS.
17 Y vi a un ángel parado en el sol; y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Vengan y reúnanse para la cena Del Gran Dios;
18 Para comer sárx de reyes, y carne de capitanes, y carne de valientes, y carne de caballos, y de los que se sientan sobre ellos, y carne de todos, libres y esclavos, grandes y chicos.
19 Y vi a la bestia, y a los reyes de la tierra, y a sus ejércitos, reunidos para hacer guerra contra el que montaba en el caballo, y contra su ejército.
20 Y la bestia fue capturada, y con ella el pseudo profeta que hacía milagros delante de ella, con los que engañó a los que recibieron la marca de la bestia, y a los que adoraban su imagen. Ambos fueron lanzados vivos al lago de fuego que arde con azufre.
21 Y el resto, asesinado con la espada que salía de su boca, Del que montaba sobre el caballo; y todas las aves se saciaron de la carne de ellos.
20
Los mil años
1 Y vi a un ángel descender del cielo, teniendo la llave del abismo y una gran cadena en su mano.
2 Y apresó al dragón, serpiente antigua, que es el diablo y satanás, y lo ató mil años,
3 y lo tiró al abismo, y lo encerró, y puso un sello sobre él, para que no engañara más a las naciones, hasta que los mil años se cumplieran; Y después de eso debe ser desatado mikrós chrónos.
4 Y vi tronos, y sentados sobre ellos, y se les dio a juzgar; Y las almas de los decapitados por el testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, y los que no adoraron a la bestia ni a su imagen, ni recibieron su marca en la frente ni en la mano; Y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
5 Pero los demás muertos no resucitaron hasta que se cumplieron los mil años. Esta es la primera resurrección.
6 Bendito y santo el que participa en la primera resurrección; sobre éstos la segunda muerte no tiene poder, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él mil años.
7 Y cuando se cumplan los mil años, satanás será desatado de su prisión,
8 Y saldrá a engañar a las naciones que están entre las cuatro esquinas de la tierra, a Gog y a Magog, a reunirlos para la batalla; El número de los tales es como la arena del mar.
9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; Y fuego descendió del Dios del cielo, y los devoró.
10 Y el diablo que los engañaba fue tirado al lago de fuego y azufre, donde está la bestia y el falso profeta, y atormentados día y noche para siempre y siempre.
El juicio ante el gran trono blanco
11 Y vi un gran trono blanco, y Al sentado en él, de Cuyo rostro escapó la tierra y el cielo, y no se encontró lugar para ellos.
12 Y vi a los muertos, grandes y chicos, parados delante de Dios; y los libros se abrieron: y otro libro se abrió, el libro de la vida: y los muertos fueron juzgados por lo escrito en los libros, según sus obras.
13 Y el mar entregó los muertos en él, y la muerte y el infierno entregaron los muertos en ellos; Y juzgados cada uno según sus obras.
14 Y la muerte y el háides fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.
15 Y el que no se encontró inscrito en el biblos de la vida fue lanzado al lago de fuego.
21
Cielo nuevo y tierra nueva
1 Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y ya no había mar.
2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descendiendo del cielo, de Dios, preparada como una esposa kosméo para su Esposo.
3 Y oí una gran voz del cielo diciendo: Acá, El tabernáculo de Dios con los hombres, y Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos, hautou Theos.
4 Y secará Dios toda lágrima de sus ojos; Y ya no habrá muerte, ni llanto, ni gritos, ni habrá más dolor; Porque lo primero pasó.
5 Y Sentado en el trono dijo: Acá, yo hago todo nuevo. Y me dijo: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.
6 Y me dijo: Está hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, El principio y El fin. Yo daré al sediento de la fuente del agua de la vida gratuitamente.
7 El que venza heredará todo; Y seré su Dios, y él será mi hijo.
8 Pero los cobardes, los apístos, los abominables, los asesinos, los pórnos, los pharmakeús, los idólatras y todos los pseudés tendrán su parte en el lago ardiente de fuego y azufre, que es la segunda muerte.
La nueva Jerusalén
9 Y vino a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas finales, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, te mostraré la esposa, la mujer Del Cordero.
10 Y me llevó en el espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad, la santa Jerusalén, descendiendo del cielo, de Dios,
11 Tenía la gloria de Dios: y su resplandor como piedra preciosa, como piedra de jaspe, clara como el cristal;
12 Y tenía un muro grande y alto, y doce puertas, y en las puertas doce ángeles, y nombres escritos en ellas, que son los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel:
13 En el este tres puertas; En el norte tres puertas; En el sur tres puertas; Y en el oeste tres puertas.
14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y en ellos los nombres de los doce apóstoles Del Cordero.
15 Y el que hablaba conmigo tenía una caña de oro para medir la ciudad, y sus puertas, y su muro.
16 Y la ciudad está extendida cuadrangularmente, y su longitud es tan extensa como su anchura; Y midió la ciudad con la caña, en doce mil estadios. Su longitud, su anchura y su altura son iguales.
17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, la medida de un hombre, es decir, de ángel.
18 Y el edificio de su muro era de jaspe; y la ciudad de oro puro, como vidrio claro.
19 Y los cimientos del muro de la ciudad adornados con toda clase de piedras preciosas. El primer cimiento de jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, de calcedonia; El cuarto, esmeralda;
20 El quinto, sardónice; El sexto, sardio; El séptimo, crisólito; El octavo, berilo; el noveno, topacio; El décimo, crisopraso; El onceavo, jacinto; El decimosegundo, amatista.
21 Y las doce puertas, doce perlas; y cada una de las puertas, de una perla; y la calle de la ciudad de oro puro, transparente como vidrio.
22 Y no vi templo en ella; Porque El Señor Dios Todopoderoso y El Cordero son el templo de ella.
23 Y la ciudad no tenía necesidad del sol, ni de luna, para brillar en ella; porque la gloria de Dios la alumbraba, y el Cordero es la luz de ella.
24 Y las naciones de los zóso andarán a la luz de ella; Y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
25 Y sus puertas no se cerrarán de día, porque ahí no habrá noche.
26 Y traerán a ella la gloria y el honor de las naciones.
27 Y no entrará en ella nada que contamine, ni nada que haga abominación o mentira; Los inscritos en el libro de la vida del Cordero.
22
1 Y me mostró un río puro de agua de vida, puro como el cristal, saliendo del trono de Dios y del Cordero.
2 En medio, la calle de ella, y a cada lado del río, el árbol de la vida, daba doce frutos, y cada mes daba su fruto; y las hojas del árbol son para la sanidad de las naciones.
3 Y no habrá ninguna maldición más, Y el trono de Dios y del Cordero estará en ella; Y sus siervos lo serviran:
4 Y verán su rostro; Y su nombre en sus frentes.
5 Y ahí no habrá noche; Y no tendrán necesidad de velas, ni luz del sol, porque El Señor Dios los alumbrará; Y reinarán para siempre y siempre.
Cristo viene
6 Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas; Y El Señor Dios de los santos profetas envió su ángel para mostrar a sus siervos lo que debe suceder en breve.
7 Acá, vengo pronto: Bendito el que guarda los dichos de la profecía de este libro.
8 Y yo Juan vi estas cosas, y las oí. Y cuando escuché y vi, me postré a adorar a los pies del ángel que me mostró estas cosas.
9 Pero él me dijo: Mira, no; Porque yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro: Adora a Dios.
10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.
11 El injusto, permanezca injusto; Y el sucio, permanezca sucio; Y el justo, permanezca justo; y el santo, permanezca santo.
12 Pero Miren, vengo pronto; y mi recompensa conmigo, para dar a cada uno según sea su obra.
13 Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.
14 Makários los que hacen sus mandamientos, para ellos tener derecho al árbol de la vida, y entrar por las puertas en la ciudad.
15 Porque afuera, los perros, y los phármakos, y los fornicadores, y los asesinos, y los idólatras, y todo el que ama y hace mentira.
16 Yo Jesús envié a mi ángel a testificar estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, y la estrella resplandeciente de la mañana.
17 Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven. Y que el que oiga diga: Ven. Y el sediento venga. Y el que quiera, tome gratuitamente el agua de la vida.
18 Porque testifico a todo el que oye las palabras de la profecía de este libro, si alguno agrega a estas cosas, Dios le agregará las plagas escritas en este libro:
19 Y si alguno saca de las palabras del libro de esta profecía, Dios sacará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de lo escrito en este libro.
20 El que testifica estas cosas dice: Ciertamente vengo pronto. Amén. Si, ven, Kýrios Iesous.
21 La gracia de nuestro Señor Jesús Cristo con todos ustedes. Amén.